Como en el viejo oeste apareció el “cartelón” en el Diario Oficial de la Federación, entregaran 15 millones a quien lo entregue o de informes de su paradero, en pocas palabras, hay recompensa por su cabeza.
La PGR lo acusa de delincuencia organizada, lavado de dinero y otros delitos, nos referimos al ex gobernador de Tamaulipas, Tomás Jesús Yarrington Ruvalcaba.
Lo extraño es que hasta hoy se ofrezca la recompensa ya que la orden de aprehensión data desde el 2012, de hace unos cuatro años, de aquellos días en que el gobierno gringo presionó, acusó y liberó ordenes de captura contra Yarrington a quien le incautaron propiedades precisamente por ser presunto culpable de lavado de dinero, proteger delincuentes, entre otros delitos.
Más extraño resulta que traten el caso Yarrington como si se hablara de un delincuente solitario, es decir, como si hubiese sido omnipotente hasta convertirse en un gobernante que tuvo el poder de manejar a su antojo todo lo que se tenía que mover y no mover para proteger delincuentes, sobornarlos, acordar con ellos.
Todavía más dudosa la situación si hablamos de que Tomás dejó de ser gobernador de Tamaulipas hace 12 años y más de la mitad de ese tiempo se paseo por Estados Unidos, México y otros países del mundo sin que nadie le dijera nada, es más, presumiendo de su poder y sus amigos.
Da la impresión de que la PGR soltó la recompensa para taparle el ojo al macho, para dar señales de que no hace distingos en cuanto a perseguir delincuentes se refiere.
Ahora, si es verdad que van tan en serio esperamos que pronto citen a declarar a ex funcionarios de Tamaulipas para que expliquen cómo le daban el servicio de seguridad que el Procurador del Estado, Irving Mújica, declaró se le estaba brindando en los sexenios anteriores.
Por supuesto que no hay defensa para Yarrington porque es obvio que toda la violencia, inseguridad y corrupción no son de generación espontanea, es decir, tuvieron un origen y no fue hace poco tiempo, pero como que la situación es más circo que realidad y si ya lo atrapan será porque ha dejado de serle útil al sistema.
Lo complicado para Tomás será, en caso de que alguien caiga en la tentación de querer cobrar los 15 millones de recompensa, que los que se decían amigo de él metan las manos al fuego para defenderlo.
Realidad es que en este momento ya no queda ni un yarringtoniano en toda la región, no existen aquellos que presumían su cercanía, lealtad y todos esos menjurges que les hacían felices mientras disfrutaban del poder y el presupuesto.
Será verdad o mentira las acusaciones que se le hacen a Tomás quien lo sabe, las autoridades todavía le tendrán que comprobar los delitos, hasta hoy una cosa es real, anda huyendo y será muy complicado que lo encuentren con todo y los quince millones que ofrecen a quien de informes.
Con tanto tiempo que ha pasado la sospecha es que se montó el circo de la recompensa para seguir desviando la atención del respetable, para fingir que en realidad persiguen al ex gobernador, para hacerle creer a la gente que van con todo contra la corrupción.
También es probable que el caso Yarrington salga por presión de Senadores panistas y de otros partidos que desean lo localicen los más pronto posible y con esa cifra podrán seguir fingiendo que le buscan, le buscan y no le encuentran.
Igual puede tratarse de un intento por igualar marcadores en el conteo de ex gobernadores corruptos que tienen el PRI y el PAN, para que atrapen a uno que compense todo el baño de mugre que ha tenido el albiazul por el caso de Guillermo Padres, el ex gobernador de Sonora que se entregó la semana pasada acusado de los mismos delitos por los que presuntamente se persigue a Yarrington.
El caso es que ya ofrecen 15 millones de pesos a quien entregue a Tomás Yarrington y que al estilo del viejo oeste nos quieren hacer creer que en realidad persiguen la corrupción cuando todo mundo sabe que si eso fuera real habrían acudido a esa medida hace unos 10 años, cuando todavía se podían encontrar pruebas contundentes contra el ex gobernador o quizá hace cuatro cuando los gringos dijeron que podían juzgarlo y comprobarle que si era un delincuente, hoy parece ya demasiado tarde.
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