Llegan las páginas web que nadie podrá cerrar

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La tecnología ‘blockchain’ que da pie a la criptomoneda bitcóin, puede utilizarse también para generar dominios de internet descentralizados y repartidos por todo el mundo

Agencias.- Mientras un puñado de empresas controla internet, otras pocas luchan por ‘descontrolarlo’. Hace unos días hablábamos en Teknautas de Blockstack, que pretende cambiar cómo gestionamos nuestras identidades de forma ‘online’. Pero esta ‘startup’, junto con otras compañías y proyectos, también busca transformar el sistema actual de dominios e incluso el alma misma de la red. Un arma de doble filo de la que, para bien o para mal, pueden surgir páginas web imposibles de borrar.

Visa, Microsoft, Accenture o el Santander son algunos de los últimos grandes nombres en subirse al carro de este protocolo de transferencia segura de datos

Los dominios, esos .es y .com que vemos al final de las páginas web, son gestionados por la organización sin ánimo de lucro ICANN (Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números, por sus siglas en inglés). «Es como las páginas amarillas de internet: relaciona nombres de dominio como google.com con direcciones IP», explica a Teknautas el Blockchain CTO de Grupo Barrabés, Alberto Gómez.Este organismo neutral determina a quién pertenece cada dominio, «siete personas repartidas por todo el mundo con siete ‘llaves’ con las que controlar el sistema, en palabra de Gómez. Gracias a esto, España puede cerrar una web ilegal alojada en el dominio .es. Pero la tecnología ‘blockchain’ que hace posible la criptomoneda bitcóin puede cambiar este panorama y sustituir las siete llaves por cientos de miles de ganzúas anónimas.

Una web así no podría ser tumbada jamás, porque cerrarla implicaría apagar decenas de miles de ordenadores repartidos por todo el mundo

«Ahora mismo, cuando consultamos una página en internet lo que hacemos es pedirle a un servidor al otro lado del mundo que nos envíe un pedazo de texto con código», comenta Gómez. Pero en una red ‘blockchain’ todas las personas que forman parte de la red cuentan con una copia encriptada de dicha información. «Una web creada mediante este sistema no podría ser tumbada jamás, porque cerrarla implicaría apagar decenas de miles de ordenadores repartidos por todo el mundo», asegura Gómez.

El sistema recuerda al de la famosa red de anonimato Tor, que impide descubrir la identidad de sus miembros y abre las puertas a los bajos fondos de internet, la llamada ‘dark web’. El objetivo de la descentralización de los dominios es que su control no quede bajo una única persona, organización o entidad: «Eso es bueno, pero tiene unas connotaciones no tan buenas, porque entonces ¿quién vela por lo que se publica en internet?», se pregunta Gómez.

Un universo paralelo

Blockstack es una de las empresas que trabaja en ‘sustituir’ la ICANN por los dominios descentralizados, pero no es la única. MaidSafe es una empresa situada en Escocia que quiere descentralizar todo internet. Cuando mandamos un correo, este pasa por los servidores de Google pero también del teleoperador, y sabemos por Wikileaks que muchos gobiernos tienen acceso a esta información: MaidSafe surge como respuesta a esta situación.

Gómez explica que este ambicioso proyecto está creando una red en la que «todo lo que circula por ella está cifrado al máximo nivel». El usuario tiene una clave con la que controla todo. En otras palabras, se trata de un internet ‘paralelo’ en el que Dropbox y Gmail son sustituidos por una alternativa en la que nadie puede husmear. Ni siquiera la propia MaidSafe, ya que la red está descentralizada.

Las implicaciones de un internet ‘blockchain’ son fáciles de imaginar. La posibilidad de crear webs imposibles de cerrar permitiría la libertad de expresión en muchos países que ahora carecen de ella, pero también abre la puerta a todo tipo de usos poco éticos. Gómez defiende la necesidad de que los legisladores se informen sobre estas tecnologías para que orienten a sus desarrolladores: «Si se asesora a tiempo se puede corregir. Una vez lanzada ya es tarde, ni siquiera ellos pueden cambiar las reglas del juego».