Don Lalo, maestro de la arqueología

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Eduardo Martínez Maldonado, el hombre que se encarga de vigilar la Rotonda de los Tamaulipecos Ilustres, relata sus anécdotas y hallazgos arqueológicos.

Don Lalo conoce los sitios arqueológicos de Tamaulipas como la palma de su mano, actualmente labora como vigilante de la Rotonda de los Tamaulipecos Ilustres, sin embargo aún sigue ansioso porque lo tomen en cuenta para proyectos arqueológicos para encontrar fósiles y vestigios, que le cuenten un poco más de la historia de nuestro Estado.

Eduardo Martínez Maldonado está próximo a cumplir 90 años de edad, pero su memoria sigue intacta, sus colegas lo consideran como un maestro de la arqueología tamaulipeca y sus aportaciones en la arqueología y paleontología han sido desaprovechadas todo este tiempo.

Don Lalo creció en un rancho ganadero en una serranía ubicada en Tula, durante su adolescencia trabajó como arriero, por eso aprendió de memoria los caminos, zonas y trayectos donde se podían encontrar vestigios arqueológicos.

Estudió Técnico Agropecuario en una escuela de El Barretal, luego llegó a ser instructor de la misma, tiempo después radicó en Ciudad Victoria para estudiar un diplomado de Historia General de Tamaulipas en el Colegio de Tamatán

Fue el primer tamaulipeco en participar en la arqueología sin haber estudiado la profesión como tal, en ese entonces era un adolescente que fue afortunado en ser elegido como ayudante por conocer ampliamente la zona, esta experiencia marcaría el rumbo de su vida.

Recuerda que fue por el año 59 en que se realizó una expedición arqueológica en el municipio de Ocampo, donde se encontraron las primeras momias del Estado.

“Hubo un reporte había momias en Ocampo, entonces dos arqueólogos de ese tiempo Javier Romero y Juan Valenzuela fueron a ver, pero habían saqueado el lugar y seis de estas momias desaparecieron, las cuatro momias que sacaron tuvieron en exposición, pero en la actualidad no se han encontrado fotografías de ellas ni registros” .

Comenta que ayudó para sacar las que se encontraban enterradas y pudo verlas con sus propios ojos, pero así como muchos hallazgos del siglo pasado se perdieron o se fueron deteriorando, porque no se le dio la debida importancia a estas joyas históricas.

“Era muy joven y la arqueología me impresionó, tenía la vocación de salir al campo, llegar a esos lugares como fuera, a pie o a caballo, pasar noches al intemperie, cuando escuché por  primera vez que habían llegado científicos de fuera y que andaban buscando tesoros, captó todo mi interés de inmediato y yo tenía mucha facilidad de irme, porque conozco muchos lugares después de tantos años que trabajé como arriero”.

Durante su trayectoria como técnico en arqueología, tuvo el privilegio de participar en los primeros dos trabajos científicos de Tamaulipas, que fue en el Balcón de Montezuma y El Sabinito.

Una de las participaciones más significativas para don Lalo fue cuando encontró el primer Gliptodonte en el municipio de Villagrán, que se convirtió en único espécimen de Tamaulipas y el más completo en todo México.

Cuando tuvo la oportunidad de salir al campo encontró huesos, fósiles y artefactos prehistóricos, su método para encontrar estos vestigios es antiguo y se basa en la observación y conocimiento de la zona.

“Encontré huesos en los arroyos y de manera externa sobre la tierra, entonces sabía que podía haber más fósiles enterrados, en Tamaulipas se han encontrado restos de mamuts, caballos, tortugas y de fauna que existieron aproximadamente 10 mil millones de años”,

A pesar de que le han presentado la oportunidad de escribir un libro, confiesa que no le gusta escribir, se apoya más en sus memorias y comparte sus conocimientos con sus compañeros más jóvenes, quienes lo invitan a colaborar en las investigaciones, sin embargo por su comisión como vigilante de la Rotonda ya no tiene mucha acción en el campo, aunque si le gustaría, expresó.

SABÍAS QUÉ. . .

Durante su trayectoria como técnico en arqueología, tuvo el privilegio de participar en los primeros dos trabajos científicos de Tamaulipas, que fue en el Balcón de Montezuma y El Sabinito.