Muere el padre más querido en Victoria

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Monseñor David Martínez Reyna, con más de 60 años de servicio sacerdotal, murió ayer por la tarde; lo velan en Catedral.

Redacción
La tarde de este jueves, víctima de complicaciones en su salud, falleció Monseñor David Martínez Reyna, uno de los sacerdotes más queridos por la grey católica de esta capital.
La Diócesis de Victoria anunció que desde anoche mismo, el cuerpo de Monseñor Martínez Reyna, es velado en la Catedral del Sagrado Corazón de Jesús, en donde este viernes, a las 13 horas se oficiará una misa de cuerpo presente.
Oriundo de Río Verde, San Luis Potosí, de padres cristianos, su papá fue masón, presidente municipal, diputado local y diputado federal, quien le enseñó el camino del bien…», recordó el Padre David, en una entrevista de hace algunos años que concedió al periodista Felipe Martínez Chávez y de la cual reproducimos algunos fragmentos.
“Fuimos varios hermanos, nos formamos en dos religiones; la evangélica con un norteamericano muy respetuoso y en la Iglesia católica con sacerdotes muy buenos”.
Fue una forma extraña como empezó el sacerdocio… “los sábados el señor norteamericano iba por nosotros en su camioneta para irnos al culto protestante, decía mi padre que no anduviéramos en la calle porque es la escuela de la perdición y si íbamos al culto y a la Iglesia católica algo bueno aprenderíamos”.
Platica que tuvo muchos amigos en la escuela, tres de ellos eran hijos de un hombre muy rico, quienes se irían a estudiar la carrera para sacerdote… “yo no sabía qué era un seminario, y esa vez de camino a la casa le pregunto a mi madre, -¿qué es eso del seminario?, y me dice que es el lugar a donde van a estudiar para ser sacerdotes y de ahí yo también quise”.
“Me fui al seminario de San Luis Potosí, duré un año y me salí, regresé a Río Verde y en eso el Obispo de Querétaro programó hacer una visita a las parroquias de la sierra de Querétaro…
…me dice el cura, ‘oye David ponte tu sotana de seminarista para que ayudes en la misa del Obispo’, se me quedó viendo el Obispo y le hace señas al rector, él me pregunta que si estoy en el seminario, le dije que no, que ya me había salido y me preguntan qué si me quiero ir de nuevo y le respondí que a Querétaro sí me iba, con la curiosidad de conocer acepté”.
Estando en el seminario de Querétaro, cuenta que el obispo Serafín María Armora y González de Tamaulipas visitaba a sus seminaristas, era muy comprensivo con ellos, les llevaba regalos y los quería mucho.
“Me gustó la actitud del Obispo de Tamaulipas, y mis compañeros me invitaban al seminario de Tampico y acepté por curiosidad, me habían enseñado fotos de la playa y yo no conocía el mar”.
En aquel entonces, cuando llegó a Tamaulipas lo recibió el padre Ernesto Corripio Ahumada y permaneció en Tampico hasta terminar sus estudios.
“Me ordenan sacerdote en Tampico y me nombran cura vicario de catedral ahí mismo”.
Después de tiempo, lo cambian a El Mante, luego a Ciudad Madero y de ahí a la parroquia de la sierra de Jaumave.
“Duré seis años de párroco en Jaumave, aprendí a andar en caballo y en burro, también a servir a la gente, no solamente para alabar a Dios, sino a conocer a Dios buscando que tuvieran una vida humana”.
Recuerda que tuvo que trabajar para instalar el agua potable en algunos lugares de la comunidad; “me enseñé a trabajar en obras sociales en beneficio de la gente, sin descuidar la evangelización y catequesis del pueblo”.
De ahí lo cambiaron a Altamira, después a Victoria, en el Santuario de Guadalupe, donde permaneció once años.
“Me dediqué a atender a los jóvenes, sobre todo porque había mucho joven que comenzaba a irse por el camino de la droga, me hice muy amigo del jefe de la Judicial, quien me ayudó a guiar a los muchachos para dejar la droga”.
Muchos de esos jóvenes se formaron y egresaron de médicos, profesores, abogados… de buenos hombres…
Con el tiempo, el Obispo lo cambió a la parroquia “El Chorrito”, donde carecían de los servicios básicos y carreteras.
“Ahí primero me dediqué a preparar a la gente para que me acompañaran a trabajar para llevar la luz eléctrica a ese santuario y a los ejidos, se metió la luz gracias a los campesinos y gobernador Enrique Cárdenas González”.
Después comenzó a trabajar para que hubiera carreteras… “empecé a trabajar, y se han de preguntar en dónde… lo digo, no tengo vergüenza que me metí de maloso porque secuestré tres autobuses para que el gobierno de Emilio Martínez Manautou me oyera y me apoyara con 20 concesiones de peceras, buscando que los niños de ejidos no solamente estudiaran en la primaria, también que tuvieran oportunidad cursar la secundaria que había en el pueblo”.
Aunque se echó de enemigos a unos cuantos, sirvió para que le concedieran la obra de la carretera.
Después de “El Chorrito” lo movieron a Catedral en Victoria, de ahí a la parroquia Cristo Rey, donde permaneció seis años, y finalmente en la parroquia de Hidalgo, donde trabajó para que la gente no se fuera a formar parte a esa iglesia protestante.
Poco tiempo después el Obispo le comunicó que estaba exento de responsabilidades, de ahí empezó su jubilación.
Hace dos años con motivo de los 60 años de su ordenación sacerdotal, el padre David asistió a una celebración en la Catedral del Sagrado Corazón en donde agradeció a todos los presentes por dicha celebración.
“Lo dijo un filósofo: Carencia de Dios, abundancia de crimen, orgullo y de pecado. Papás y mamás: El mundo está convulsionando, el demonio está ganando, vamos a ganarle, abramos el corazón papás y mamás, eduquemos en la fe de Dios a los hijos para que ellos lleven en el corazón ese amor que Dios quiere que todos lo tengamos, así sea, muchas gracias”, expresó.
Al finalizar la misa y a pesar de su frágil estado, Monseñor se quedó un momento para tomarse fotos, recibir felicitaciones, abrazos y muestras de cariño por parte de decenas de victorenses que le dan las gracias por su vida ministerial.
Dios me ha amado mucho…
Con un nudo en la garganta y con un mensaje claro y certero, David Martínez expresó su sentir por estos sesenta años de entregar su vida de manera generosa, siempre ejerciendo su ministerio con alegría.
“Estoy muy feliz, muy contento, porque Dios me ha querido mucho y me ha ayudado mucho, me ha concedido muchas cosas. Agradezco estos sesenta años primero a Dios y luego a mis compañeros sacerdotes por soportarme, por aguantar mis flaquezas”.
Mencionó que su estado de salud sigue siendo delicado, por este motivo se encuentra retirado de las actividades sacerdotales en el convento de las Madres del Refugio, donde pasa sus días en oración continua.
“Mi estado de salud en estos días no ha estado muy bien, pero es natural por los años que tengo, ahorita me encuentro al cuidado de las madres del Refugio”.

CITA TEXTUAL…

«El mundo está convulsionando, el demonio está ganando, vamos a ganarle, abramos el corazón papás y mamás, eduquemos en la fe de Dios a los hijos para que ellos lleven en el corazón ese amor que Dios quiere que todos lo tengamos».