Son unos hijos de la…

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Preocupados, casi al borde de la indignación, las autoridades carcelarias de Nuevo León anunciaron que se tendría considerado y en una celda especial a un violador, a un animal, a un hijo de la chingada (con perdón suyo pero no hay otra manera de describirlo) que abusó de una niña y la mató.
Contra la medida familiares de la víctima han interpuesto recursos legales para que lo traten y lo tengan junto con toda la población del penal, con toda razón las víctimas dicen que la autoridad se convierte en cómplice del chacal a quien prácticamente lo tienen encerrado en un hotel, no le faltará comida, ni nada.
Ignoramos que circule en el ambiente pero esos actos aberrantes, la violación de menores y su asesinato, se han vuelto más comunes en los últimos días, Tamaulipas no es la excepción.
La reseña de casos, que quizá usted ya conocía, viene a colación porque son tiempos de sumarse a la lucha de este país contra la violencia, contra el abuso de niñas y niños, de hacer un llamado a que los futuros Senadores y Diputados, los legisladores pues, aterricen en este mundo y ellos si revisen las leyes con seriedad.
Vamos, la petición es que no salgan con estupideces como lo de aprobar 140 años de cárcel a los secuestradores nomás para burlarse de la inteligencia de este pueblo, para fingir que trabajan o de plano con la perversa finalidad de que parezca que no se enteran que en México el problema es corrupción e impunidad.
De nada sirve aprobar penas de 70, 100 o 140 años de cárcel si los culpables no son atrapados o, peor aún, no se inhibe el delito, o se hace lo necesario para que no vuelva a ocurrir un caso más.
Entonces es casi una mentada de madre que los Senadores y Diputados que se fueron, o lo que ya se van, nos salieran con que ya se aplican penas de 140 años de prisión a los secuestradores y que esa reforma acabará de golpe y porrazo con ese delito, es un hecho que nomás querían los reflectores encima porque quizá con que se cumpla actual ley tal vez sería suficiente, es decir, con que atraparan a los delincuentes y los castigaran de manera ejemplar se podría inhibir el crecimiento del problema y luego hacer estudios para tomar medidas y no ocurra un caso más.
Ahora, yo le pregunto, ¿qué pena merece este hijo de la tiznada que violó y mató a una indefensa niña? Y, otra vez le pregunto, ¿qué sanción merece un animal de estas características?
Trataré de explicar porque se lo pregunto, porque los comentarios en redes sociales y medios de comunicación donde se habla de estos temas parecen tendientes a que se endurezcan las sanciones por estos delitos que nos duelen como sociedad pero nadie, de los que pueden reformar leyes, se ha dado por lo menos aludidos o mencionar que ya están dándose una asomadita al caso.
Un comentario en una de esas notas, por ejemplo, dice que el violador merece que lo cuelguen de los huevos con el agregado de que tiene más de 100 like e infinidad de comentarios a favor la propuesta, unos más proponen la castración química del sujeto, otros más dicen que a este sujeto los reos de la cárcel a donde vaya a parar le apliquen torturas iguales o peores, algunos más sugieren que lo violen con lo peor que se puedan imaginar.
¿La violencia genera violencia?, yo diría que sí y por lo tanto se deben buscar formas de que no ocurran estos delitos porque también debemos entender que no es fácil poner la otra mejilla o cruzarnos de brazos ante estos hechos, ¿es correcto que estos animales pasen su encierro como en un paraíso con comida, techo y sin trabajar durante uno, dos, tres o nueve años como máximo en una prisión y salgan a hacer lo mismo?, yo diría que no, pero la especulación no es buena, así que lo único real es que hay cosas que no se valen y que se deben prevenir y para ello es tiempo de llamar a los expertos a que propongan, a que investiguen, a que generen conocimiento para resolver en lo posible la situación y se esfuercen por hacer a este México un país mejor, obvio, quien debe llamarlos es el poder legislativo y los poderes ejecutivos en los Estados y el federal que tiene la facultad para hacer leyes y dictar políticas públicas al respecto.
Otra realidad es que los dichos y los hechos muestran que los políticos dedicados a legislar, los Senadores y Diputados, andan muy lejos de lo que el pueblo quiere y mucho más retirados de la realidad de México, o más triste aún, que hacen leyes con dos únicos objetivos; ganar poder y dinero y, sobre todo, llamar la atención para que la gente piense que en realidad trabajan.
Pobre México, con sujetos que son unos hijos de la chingada y con políticos que nomás para su santo rezan, que viven en la luna mientras que la gente sigue sufriendo su indolencia, sus ganas de legislar para el graderío y no para resolver nuestros problemas de fondo.
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