«Estoy muy contento del resultado: Kim Jong-un es una persona muy abierta,
dispuesta a hablar de todo», asegura el presidente de Rusia
Agencias
Moscú.- Vladímir Putin tiene la reputación de ser un líder que le gusta hacerse esperar. Pero en esta cumbre con el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, fue el presidente ruso quien llegó con media hora de antelación al nuevo campus de la Universidad Federal del Lejano Oriente en la isla de Russki, junto a la ciudad de Vladivostok, el escenario donde la reunión iba a desarrollarse.
Durante dos horas, Putin y Kim Jong-un han dialogado a puerta cerrada sobre el contencioso nuclear en la península y las relaciones bilaterales entre dos países que incluso comparten frontera.
Tal y como se había anunciado la víspera, no se firmó comunicado ni declaración conjunta alguna en una cumbre que tenía mucho más de simbolismo que de contenido real, aunque el líder del Kremlin ha ofrecido posteriormente una rueda de prensa en la que ha abogado por dar «garantías de seguridad» al régimen de Pionyang para que este acepte renunciar de forma definitiva al arma atómica.
«Es posible (la desnuclearización)… Corea del Norte necesita garantías de seguridad, de defensa de su soberanía», ha defendido Putin, quien dio a entender que dichos avales debían ser «jurídicos», es decir, plasmarse en ley.
El presidente ruso, quien ha recordado que tanto Washington como Moscú comparten el objetivo final de una península desnuclearizada, ha declarado que informará a la parte norteamericana de los resultados de sus gestiones con Kim Jong-un. «No hay secretos aquí; la postura de Rusia siempre fue abierta; no hay ninguna conspiración; lo hablaremos con los norteamericanos y nuestros amigos chinos», ha insistido.
Aunque es cierto que tanto Moscú como Washington defienden que la región esté libre de armas atómicas, en lo que sí difieren es en el uso de las sanciones por parte de EEUU para resolver sus contenciosos internacionales.
De hecho, Rusia ha sido acusada en varias ocasiones de violar los embargos económicos al régimen norcoreano decretados por la comunidad internacional.
Tras las conversaciones, ambos líderes han celebrado una cena oficial en la que el Supremo Líder norcoreano ha regalado un sable a su anfitrión, antes de degustar un menú compuesto de ‘borsch’ (sopa de remolacha) ensalada de cangrejo y raviolis de carne.
«Estoy muy contento del resultado: Kim Jong-un es una persona muy abierta, dispuesta a hablar de todo», ha concluido Putin.