Por Carlos López Arriaga
Cd. Victoria, Tam.- Mayo 30, aniversario luctuoso de MANUEL BUENDÍA TELLEZGIRÓN (1926-1984), crimen de Estado en plena zona rosa de la capital. Salía de su oficina al caer la tarde, caminaba por la acera en dirección al estacionamiento, cuando un ejecutor profesional le disparó por la espalda para escapar a paso veloz y trepar a una motocicleta, donde un cómplice lo esperaba
La nota estremeció al país. Su columna “Red Privada” en EXCELSIOR era una de las más leídas y creíbles. Para mala fortuna, la investigación se dio por satisfecha con la captura de un operador intermedio, el policía político JOSÉ ANTONIO ZORRILLA, hidalguense, extitular de la Dirección Federal de Seguridad.
No le quisieron rascar más arriba, faltó voluntad política, aunque los amigos cercanos de BUENDÍA apuntaban sus reflectores hacia las alturas. Sabían que ZORRILLA no se mandaba solo.
En las décadas siguientes (los noventas y el siglo 21) la violencia se enseñoreó en nuestro país. Nos hizo mucha falta la pluma de BUENDÍA para encontrarle cuadratura al caos criminal que hoy impera.
Como varios colegas, antes de entregarse al oficio, el columnista pasó por el seminario. Oriundo de Zitácuaro, Michoacán, siendo director del diario LA PRENSA conoció a MIGUEL ANGEL GRANADOS CHAPA, reportero principiante.
Al inicio hubo diferencias. Un reportaje que MIGUEL ANGEL consideraba de calidad respetable, fue rechazado por MANUEL de mala manera, lo que provocó la renuncia inmediata de GRANADOS, en términos altisonantes.
Lejos de molestarse, BUENDÍA ignoró la dimisión del novel colaborador y le invitó una copa a la salida. Si algo abunda en el centro de la capital son esos bares donde coexisten políticos y periodistas. De ahí nació una gran amistad.
MIGUEL ÁNGEL fue maestro universitario, perteneció al equipo de cooperativistas depuestos de EXCELSIOR por LUIS ECHEVERRÍA y fue miembro fundador del semanario PROCESO, donde ocupó diversos cargos. También del UNOMASUNO y LA JORNADA, entre tantos proyectos.
REVISIÓN DEL CASO
En 2010, GRANADOS publicó un libro buscando contextualizar dicho asesinato en el siglo violento que empezábamos a vivir. Había terminado el gobierno de FOX (el que encumbró a GARCIA LUNA en la AFI) y transcurría el cuarto año de CALDERÓN, quien hizo al propio GENARO, titular de Seguridad.
Publicado por Grijalbo, el título mismo transparenta su propósito esencial: “BUENDÍA, el primer asesinato de la narcopolítica en México”. En la portada, el rostro de MANUEL en alto contraste, a dos tintas, en negro y rojo sangre.
Al año siguiente, octubre de 2011, MIGUEL ANGEL se despidió de los lectores y de la vida. El viernes 14 de octubre de 2011, en la postrera edición de su columna “Plaza Pública”, GRANADOS escribió en REFORMA:
-“Es deseable que el espíritu impulse a la música y otras artes y ciencias y otras formas de hacer que renazca la vida y que permitan a nuestro país escapar de la pudrición que no es destino inexorable. Sé que es un deseo pueril, ingenuo, pero en él creo, pues he visto que esa mutación se concrete.»
Para añadir una línea que causó escalofríos en sus lectores:
-“Esta es la última vez en que nos encontramos. Con esa convicción digo adiós.”
El misterio se descifró dos días después, el domingo 16, al ocurrir su fallecimiento. Tenía 70 años y desde el 2007 le habían diagnosticado cáncer.
Su actualización del caso BUENDÍA fue escrita en los años finales, cuando ya conocía el fatal diagnóstico. Por ello el libro inspira un ánimo de nostalgia, que lo lleva a dedicar un amplio espacio a la historia de su relación con BUENDÍA. Y de paso a reconstruir el ambiente periodístico que privaba en aquellos años cincuentas y sesentas del pasado siglo.
CON EL GREMIO
Un detalle que pinta a BUENDÍA es que, siendo jefe de prensa en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, mandó llamar a los reporteros que recibían “embute” en dicha oficina.
Ofreció respetarles dicho estipendio a cambio de tareas informativas. Les encargaba reportajes de carácter tecnológico para la revista mensual de CONACYT. Los antaño aviadores se convirtieron en redactores de temas científicos. Igual pagaba, pero por chamba.
El cacique guerrerense RUBÉN FIGUEROA, la extrema derecha tapatía (los “Tecos”), la “Quina” HERNÁNDEZ GALICIA y el espionaje norteamericano figuran en la temática de sus escritos que luego derivaron en libros.
Su obra “La CIA en México” (Editorial Océano, 1983) lleva un prólogo de ELENA PONIATOWSKA (intitulado “Buen día, Manuel”) con una entrañable descripción que narra el primer encuentro entre ambos.
-“¿Y este maestro enojón?”, se preguntó ELENA, por ese aspecto que enseguida describió como “seco, enjuiciador, casi agrio.”
Y como BUENDÍA no se quitaba los anteojos negros, la escritora cambió el diagnóstico:
-“No es maestro, es un personaje de cine negro”, alguien que “decía verdades como cuchillas y las lanzaba a través de la mesa”.
Y luego amplió su retrato:
-“El color cetrino de su piel, su risa tajante, sus cigarros Benson and Hedges, su encendedor, sus mancuernas, su anillo, su pelo entrecano muy crespo, todo me lo hicieron ajeno y temible. Además de su pulcritud, su camisa de seda, sus trajes que caen siguiendo la línea de la plomada”. “Mi primera impresión fue de ferocidad.”
ELENA reconocería muy pronto que ese “maestro gruñón” y sus verdades “como cuchillas”, era en realidad un hombre de buen corazón, con un profundo sentido de la amistad y partidario exigente del buen periodismo.
BUZÓN: lopezarriagamx@gmail.com
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