Se cansó el Ejército. . .

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Por fin, después de muchos años, se escuchó algo sensato por parte de las autoridades en el país, es tiempo de ponerle plazo para el regreso de los militares a sus cuarteles o, mejor aún, crearles un marco jurídico para que puedan participar en la seguridad interior, sin que los delincuentes encuentren recovecos para salir libres apenas pisen las cárceles de alta seguridad.

Lo ideal es que regresen los soldados a los cuarteles, a hacer su tarea  Constitucional y solo atacar cuando estén en sus manos todos los elementos de prueba contra un objetivo específico y a petición de autoridades locales.

Ese es el sueño, pero lamentablemente no pasa de un deseo basado en puras esperanzas, ya que ningún Estado de la República cuenta con elementos preparados y suficientes para hacer frente a la delincuencia, en casos extremos hay algunos que ni siquiera tienen cuerpos de policías suficientes para patrullar las calles o están visiblemente deteriorados en su imagen.

¿Qué se puede hacer entonces?, dice el general SALVADOR CIENFUEGOS, Secretario de la Defensa Nacional, que la opción es crearles el marco jurídico que les permita participar en la seguridad interior que hoy no les corresponde y que los coloca en muy desventajosa situación ante la delincuencia que los puede acusar de violaciones a derechos humanos y meterlos a la cárcel o salir libres con los riesgos que eso implica.

También habla de que están cansados de esa situación, ya que eso les ha impedido ser entrenados para perseguir delincuentes, que hoy mismo, aunque hagan esa tarea, no están preparados para la misma.

Le insisto, lo ideal es que regresaran aquellos días que cada municipio tenía su policía preventiva y tránsitos, el Estado su policía investigadora y capaz de detener delincuentes de mayor peligrosidad y la de Federación siguiera con su chamba de atacar delitos considerados federales, de alto impacto.

Pero eso es imposible, hoy nadie en su sano juicio permitiría que uno de sus hijos se dedicara a ser policía municipal, se batalla mucho para contratar una policía estatal y que estos se conserven por la línea del bien y no existe una policía federal que sea suficiente para atacar el delito en forma eficiente.

Lo peor es que cuando FELIPE CALDERON metió al Ejército a combatir la delincuencia en las calles lo hizo sin conocer el rival, sin prepararlos para perseguirlo, sin capacitarlos para esta guerra que ya cumple diez años sin resultados positivos para nadie.

Tener al Ejército en la calle es un gasto que nadie puede sostener por tan largo tiempo, cuesta mucha gasolina, muchas bajas colaterales porque prácticamente su actuar se basa en la suerte, en toparse a los delincuentes o que estos choquen contra sus retenes.

Además ya cansó esta guerra y está desgastando la imagen de la institución más prestigiada en el país, la que componen los hombres y mujeres que ahora nos protegen arriesgando su vida y libertad a cambio de permitir que la vida sea más o menos normal por estas regiones, la del Glorioso Ejército Mexicano.

Indudablemente hay  soldados que quisieran seguir en las policías o de policías, quizá por ello sea tiempo de definir muy bien sus tareas.

Más obligación es que la Federación entienda que debe subsidiar la presencia de los soldados en los Estados para que los gobiernos locales sean capaces de crear sus propias policías, ya que de lo contrario nunca será posible hacerlo con calidad y tiempo, ya que gran parte de los presupuestos de los municipios y Estados se va en sostener a los militares en sus calles.

Hay un riesgo más, lo peor que puede suceder es que el tema de la seguridad pública se meta al terreno de los partidos y la política electorera, intentar ganar votos en la controversia tonta de si el Ejército debe estar en las calles o en los cuarteles, porque eso pondrá más dificultad para llegar a acuerdos.

Es verdad, hay un ideal pero no se puede, no hay condiciones para regresar a los soldados a sus cuarteles en este momento, ni las habrá en dos o tres años si no les permiten a los Estados crear sus propios cuerpos de seguridad, entrenados y confiables.

Más aún, debemos entender que el tema de la seguridad pública, la violencia e inseguridad, no se resuelve con balas y policías, a la par de ello se debe trabajar en combatir la pobreza, regresar a todos los muchachos a la escuela, darles oportunidad de empleo, eso, entre cientos de cosas más que también cuestan mucho y no se pueden realizar con eficiencia, mientras el gasto mayor se lo lleve sostener a los militares en la calle.

Una es la realidad, el pueblo ya se cansó de no poder vivir completamente en paz y también se cansó el Ejército de andar en las calles sin que lo ampare una Constitución, lo que sigue es tarea de todos los ciudadanos, es buscar que las condiciones de Tamaulipas, y de México, se acerquen lo más posible al ideal que debe tener cada pueblo, paz, tranquilidad, libertad y protegidos con sus propias policías y tránsitos o de plano exigir a los diputados federales que vayan pensando en cómo le van a hacer.

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