El fenómeno ocurre dentro de un disco protoplanetario tras el estallido de una estrella joven.
Agencias.
Los resultados de este estudio, que publicará mañana la revista científica Nature, se han logrado gracias al conjunto de antenas del observatorio ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array) instalado en el desierto de Atacama, en Chile.
Las estrellas jóvenes a menudo están rodeadas por densos discos giratorios de gas y polvo, conocidos como discos protoplanetarios, de los cuales nacen los planetas, explicó el ESO en un comunicado.
El calor de una estrella joven de tipo solar hace que el agua que hay dentro de estos discos esté en forma de gas hasta distancias de entorno a tres Unidades Astronómicas (una UA es la distancia que nos separa del Sol, casi 150 millones de kilómetros).
Superada esa distancia, debido a su presión extremadamente baja, las moléculas de agua pasan directamente del estado gaseoso al sólido, formando una pátina de hielo sobre granos de polvo y otras partículas.
La región de los discos en la que tienen lugar estas transiciones se conoce como «la línea de nieve», que marca el lugar en el que la temperatura dentro del disco que rodea a una estrella joven es lo suficientemente baja como para permitir la formación de nieve.
Según apunta el ESO, el brillo de la estrella joven V883 Orionis aumentó de forma tan «impactante» que calentó la parte interna del disco haciendo que la línea de nieve del agua surgiera a una distancia mucho mayor de lo normal.
Este gran aumento del brillo empujó la línea de nieve de agua a una distancia de cerca de 40 UA, unos seis mil millones de kilómetros.
«Las observaciones de ALMA fueron una sorpresa para nosotros», explica el director de esta investigación, Lucas Cieza, en el comunicado.
En un principio los científicos habían diseñado este trabajo para obtener imágenes de la fragmentación del disco que lleva a la formación de un planeta y acabaron descubriendo estas imágenes, un paso «muy importante» ya que puede indicar que esos estallidos estelares son «un evento común» y suceden «en la mayoría de los sistemas planetarios».
Según el Observatorio, la idea de que exista nieve orbitando en el espacio es «fundamental» para la formación de planetas porque la presencia de hielo regula la eficacia del primer paso en la formación de planetas.