Luego de 19 años de ejercer el sacerdocio, Fray Ricardo Rivera cumple su sueño y egresa de las aulas universitarias.
Nunca es tarde para cumplir los propósitos y metas que algún día nos fijamos, así lo demuestra el vicario de la Parroquia de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, Fray Ricardo Isabel Rivera Pérez (OFM) quien además de cumplir con sus tareas de sacerdote, dedicó más de cuatro años a estudiar la carrera de Ciencias de la Educación en la Universidad Autónoma de Tamaulipas.
Por este acontecimiento, el día de hoy festeja con honores haber recibido por parte de la máxima casa de estudios en Tamaulipas, el título que lo acredita como licenciado en Ciencias de la Educación.
El acto solemne se realizó en el Teatro Juárez de la UAT, donde se hizo entrega de certificados a más de 30 estudiantes de la Carrera de Ciencias de la Educación con Opción en Ciencias Sociales, que conforman la generación 2011-2015 que lleva por nombre “Enrique Etienne Pérez de Río” rector de la universidad.
“Antes me consideraba ateo, pero el señor me tomó muy fuerte y al final de cuentas, supe que ser sacerdote era mi destino”.
Originario de Guadalajara, Jalisco, Ricardo descubrió su vocación sacerdotal al concluir su primer carrera profesional como Ingeniero Civil. Y aunque creció dentro una familia religiosa se consideraba ateo, y para sorpresa de sus familiares y amigos tomó los hábitos fielmente.
“Sentí un llamado muy fuerte en mi vida, yo estaba a punto de casarme y resulta que hubo una revolución muy fuerte dentro de mí, Dios empezó a hacer todo un proceso que yo no conocía, yo no era muy religioso, me consideraba ateo que no creía en Dios, nada más a mis puras conveniencias y el Señor me toma muy fuerte y empezó un proceso que no entendía, pero al final de cuentas concluí que este era mi camino, empecé a descubrirlo poco a poco, gracias a la ayuda de un amigo y a la que fue mi novia también me ayudó bastante”.
San Francisco de Asís fue su inspiración para entrar a la organización de Frailes de la Orden Franciscana, donde se ordena como sacerdote religioso en el año de 1996.
“Cuando quise ser sacerdote lo primero que vi fue a un Franciscano, con sus sandalias y su hábito café muy hermoso y dije esto yo quiero ser, eso me llamó mucho la atención y nunca busqué otro tipo de instituto religioso, ni con Jesuitas, ni con Dominicos, ni con Agustinos, me llamó ese precisamente la atención, porque me prestaron un libro de San Francisco de Asís y me gustó mucho su vida se asemejaba a la mía y vi que llegó a ser santo y dije bueno creo que se puede, no está el mundo perdido para mí, no estoy tan a la basura y por eso estoy aquí”.
Hace cuatro años llegó a esta capital para ser el vicario de la Parroquia de San Juanita, donde además de brindar los servicios religiosos, celebra misa en la capilla de San Martín de Porres.
“Desde que llegué en el 2011 se me concedió el permiso de mis superiores de entrar a la Universidad Autónoma de Tamaulipas a la cual le debo muchísimo y la quiero mucho como a mi Universidad de Guadalajara, pero aquí me encariñé mucho con este sistema que me acogió y fue una experiencia muy hermosa en estos cuatro años”.
Confesó que el convivir con estudiantes de menor edad cuatro años y medio, le inyectó más energía a su vida, aunque al principio no le fue fácil revelar su vocación ante sus compañeros para evitar que lo catalogaran solo como “el sacerdote del salón” y lo vieran más como un compañero igual que ellos”.
“Recuerdo que el primer día de clases me presenté como una persona que viene de Guadalajara y que estaba casado, no porque me avergonzara de mi vocación, sino para evitar el rechazo de los jóvenes, solo dos de mis compañeros lo sabían pero les pedí que me guardaran el secreto, pero por un trabajo que nos encargaron me tuve que mostrar como lo que soy, ellos me vieron con mi sotana y quedaron muy sorprendidos y de inmediato me aceptaron, también recibí el mismo trato de parte de los maestros”.
Estudió Ciencias de la Educación porque una de sus grandes pasiones es la pedagogía, admitió que los últimos años de estudio fueron algo pesados por la cantidad de trabajos que tuvo que presentar, aunado a sus labores como sacerdote.
“La mayor parte fueron muchas desveladas y entregar trabajos, aparte el trabajo de la parroquia, pero el triunfo se va a ver coronado en la ceremonia de Fin de Cursos y terminando una etapa de mi vida muy satisfecho y para el futuro tengo la opción de poner en práctica mis conocimientos en algunos colegios, me interesa mucho hacer una maestría y enfocarme también en la educación para adultos”, finalizó.