La felicidad de las personas debe ser el objetivo final del sistema educativo, los responsables de la educación deben tener la capacidad de arrojar profesionistas, técnicos, deportistas o expertos en la actividad que elija cada niño o niña, ese es el único camino a la paz, no las balas, no legalizar la mota, no el reprimir o encerrarnos hasta que ya no pase nada.
Lamentablemente en los últimos años el sistema educativo no sirve de mucho o tiene muchas fallas al grado de crear mayormente vagos, pobres, hombres y mujeres que aún cuando trabajan decentemente están frustrados porque no querían desempeñar esas chambas o por las condiciones de este país que los tiene muy preocupados por su futura familia o sus hijos.
En la escuela no se hace lo que se debe hacer, más de un millón de niños o jóvenes menores de 18 años la abandonan al año, son casi cinco mil estudiantes al día los que deciden dedicarse a la trabajar en los mejores casos, a la vagancia en otros y, en poquitos casos pero se nota, a delinquir.
Por supuesto que si la Secretaria de Educación Pública estuviera dirigida por personas capaces desde hace mucho habrían inventado un instrumento para darle seguimiento a todos los niños y jóvenes para que no abandonen la escuela, visitar a sus padres, dirigir las becas hacía quienes en realidad no tengan dinero, e incluso tomar la tutela de muchachos que no tengan más opciones, es decir, que dejarles en sus entornos es igual a que estén en riesgo.
Luego de ello sigue otro paso más importante todavía, la escuela pública debe tener la capacidad de detectar la vocación de cada niña, de cada niño, que si deben y quieren ser doctor que lo logren, si han de desempeñarse en una cocina que sean los mejores, si han de ser deportistas que nos traigan medallas, si han de construir que puedan desempeñarse con mucha destreza, obvio, se debe buscar que sean felices, que puedan ganar dinero dignamente y sepan sus responsabilidades porque además solo eso nos puede traer la paz, hacer un país más amable, nos sacaría para siempre de la pobreza y seguramente la impunidad y la corrupción serían temas superados.
Lamentablemente la escuela de hoy, el sistema educativo, están en su peor momento, con maestros cada vez más capaces y preocupados en evaluarse, con ganas de aprender y enseñar pero con autoridades que muchas veces no saben para donde van y, si eso fuera poco, desempeñan sus labores en entornos muy conflictivos.
Es un hecho que los mexicanos tenemos talento, que podemos ser los mejores, muy inteligentes y bastante creativos pero nos es muy complicado encontrar nuestra vocación y el sistema educativo no ha diseñado los instrumentos correctos para encontrarlas, para que desde la primaria se pueda guiar a un niño o niña a la felicidad, a desempeñarse en lo que quiere, en resumen, somos un fracaso y la prueba existe hoy en dos historias ampliamente conocidas.
Mire, la primera es de un niño que apenas tiene 12 años y cursará una carrera universitaria, no en cualquier institución, lo hará en la UNAM, en una escuela que año con año rechaza a miles de jóvenes que pretenden instruirse en sus aulas por no tener conocimientos suficientes para ellos, Carlos Antonio Santamaría Díaz, de quien le hablo, si pasó el examen de admisión y, si todo sale bien, en cuatro o cinco años será Licenciado en Física Biomédica.
Obvio que se han hecho estudios y se ha analizado el caso del niño que irá a las aulas universitarias a partir de los próximos días, es un niño genio, es mexicano, es hijo de deportistas que han batallado porque no lo dejaban seguir en sus inquietudes con todo y que desde los nueve años ha cursado diplomados en la UNAM.
El otro caso es el de una mujer adulta, 30 o 35 años, arrestada en Estados Unidos cuando hacía el Chona Challenge, un reto que consiste en bajarse del vehículo y bailar mientras este sigue en marcha, es obvio que esa mujer algo tiene en su cabecita o quizá en la escuela no le enseñaron lo básico para saber que haciendo estupideces como esa pone en riesgo su vida y la de la gente como se lo decía el policía al tiempo que le ponía las esposas
A que vamos, pues a que nuestros niños se merecen más atención, que los sistemas de salud y educativos sepan encontrar pronto su vocación y llevarlos a la felicidad y no le hablo solo de los genios como Carlos que pudiera considerarse un caso de éxito de lo que le hablo, una muestra de que si se puede, sino de la totalidad de los niños, vaya, se trata de que terminen la escuela y puedan dedicarse a algo que les de dinero, los haga felices y los aleje de cometer estupideces que hoy hacemos los adultos como eso de la Chona Callenge…
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Un genio…
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