Ramiro Iglesias, y aquel electro de la Misión Apolo 8

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Doctor tamaulipeco recuerda el día en que interpretó el primer electrocardiograma de un astronauta.

Agencias
México.- La belleza de los cielos oscuros y estrellados de Camargo, Tamaulipas, alimentaron la curiosidad por el conocimiento del doctor Ramiro Iglesias Leal, sin saber que años más tarde desde aquel firmamento el cual contemplaba con asombro durante su infancia, recibiría datos de los latidos del corazón del astronauta de la misión Apolo 8, William Anders.
Así, la mañana del 24 de diciembre de 1968, mientras la mayoría de las personas realizaban los últimos detalles de la cena de Navidad, cerca de las 11:20 horas, el científico mexicano trabajaba interpretando el primer electrocardiograma en la historia de la medicina espacial, enviado a la Tierra desde la órbita de la Luna. Trazo en límites normales con una variante de tipo normal o vagotomia (un poco lento el ritmo cardiaco) y una morfología de la onda T del electrocardiograma alta y en cuña, fue la interpretación de Iglesias Leal desde el área médica del Centro de Control Espacial de la NASA en Houston, Texas.
“Vi un signo de vagotonía, o parasimpaticotonia, este es el sistema contrario al adrenérgico lo que produce la adrenalina”, señaló.
El médico recordó que saber con anticipación el efecto de la ausencia de gravedad en el ritmo cardiaco, lo ayudó a interpretar de manera correcta los signos vitales del navegante espacial.
“Tiende a hacerse lento el ritmo cardiaco, en lugar de 70 o 75 latidos por minuto se producen 60, 50 y hasta 40 latidos, eso en la Tierra es patológico, pero en el espacio es normal”, apuntó.
La misión Apolo 8, dirigida por el comandante Frank Borman, el piloto del módulo lunar, William Anders, y el piloto del módulo de comando, James Lovell Jr., allanó el camino para la llegada del hombre a la Luna en 1969.
Se trató de la primera nave espacial tripulada en orbita con éxito la Luna y regresar a la Tierra. La tripulación del Apolo 8 también tomó la primera fotografía de toda la Tierra.
“Yo lo llamo, el primer viaje tripulado interplanetario, porque se trató de un hecho todavía no conocido, de que seres humanos pudieran salir del ámbito terrestre y entrar bajo la influencia de otras leyes físicas del espacio”, señaló.
Más que una misión donde la tripulación escapó de la gravedad de la Tierra, y orbitó la Luna antes de regresar al “planeta azul” el 27 de diciembre, para el cardiólogo, fue el inicio de conquistas de la ciencia y la tecnología moderna.
“La medicina se ha enriquecido notablemente con motivo de la exploración del espacio. La tecnología médica espacial ha aportado incontables avances a las ciencias médicas en nuestro planeta”, sostuvo.
A pesar de tener una gran cantidad de información sobre el comportamiento del cuerpo humano en ausencia de gravedad, los científicos no sabían cómo actuaría la radiación cósmica en los astronautas sin la protección de la atmósfera terrestre.
El médico detalló que eran dos los principales riesgos de la misión lanzada el 21 de diciembre de 1968, “uno eran las temperaturas extremas que se pudieran encontrar, la radiación cósmica”.
“El otro peligro a considerar era que en algún momento la velocidad de la nave no pudiera salir del campo de gravedad de la Luna, y no pudieran regresar a la Tierra”, señaló.
El destino, el aliado del doctor Ramiro Iglesias a 50 años del hecho histórico donde un médico mexicano interpretó los latidos del corazón de un astronauta ubicado en la órbita lunar, el protagonista relató que en dos ocasiones previas se negó a trabajar para la medicina aeroespacial.
Pero el destino juega un papel importante en la vida, “uno decide hacer algo, pero la vida a veces nos lleva por caminos insospechados”.
Así, Iglesias Leal recordó cuando la medicina espacial llamó a su puerta por primera vez mientras era becario de la Facultad de Medicina de la Universidad de París.
Durante su estancia en Francia, el tamaulipeco fue invitado a realizar un curso de medicina aeronáutica en el laboratorio del médico del siglo 19, Paul Bert.
“Se me invitó reiteradamente, pero yo hacía medicina interna, lo necesario para ser cardiólogo y decliné”, precisó.
Dos años más tarde, en Londres, mientras realizaba el primer año de cardiología, el médico suscribió a diversas instituciones para continuar con su carrera.
Entre ellas, el Instituto Nacional de Cardiología “Ignacio Chávez”, en México, así como Clínica Mayo en Rochester, y en ambas fue aceptado. Mi deseo, agregó, era ser cardiólogo clínico y la Clínica Mayo me ofrecía una especialidad en fisiología cardiopulmonar. El experto declinó y decidió por el Hospital «Ignacio Chávez».
“Luego supe que en ese laboratorio donde iba a estar se calificaron a los siete primeros astronautas de la NASA, para el proyecto mercurio. Yo iba a participar en esos estudios como residente”, acotó. Después de negarse en dos ocasiones a trabajar en la medicina aeroespacial, el destino llamó una vez más a Iglesias Leal, quien sabía que «la tercera era la vencida».
Así, mientras cumplía el sueño de cardiólogo en el Centro Médico Nacional Siglo XXI y en el «Ignacio Chávez», un paciente le comentó sobre una oportunidad en la asociación de pilotos aviadores de México.
El científico compartió lo que en ese entonces le dijo su colega: “buscan un médico del IMSS, un cardiólogo joven que domine el inglés y otro idioma, siento que tu llenas ese perfil, estudiarías en la fuerza aérea de Estados Unidos y en la NASA”. Iglesias Leal aceptó en ese momento su destino e ingreso a la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio.
Al mirar de nueva cuenta el papel milimetrado del electrocardigrama del astronauta William Anders, Ramiro Iglesias reflexiona: es inevitable sentir nostalgia y emoción, al grado de que por su cara llegan a escurrir un par de lágrimas.
De niño, el científico quería ser ingeniero agrónomo, de joven cardiólogo clínico, pero el destino lo convirtió en el médico que interpretó el primer electrocardiograma de la medicina aeroespacial recibido desde la órbita lunar.

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De niño, el científico quería ser ingeniero agrónomo, de joven cardiólogo clínico, pero el destino lo convirtió en el médico que interpretó el primer electrocardiograma de la medicina aeroespacial recibido desde la órbita lunar.