Estudio de plasma en Argentina abre la esperanza para enfermos de COVID-19

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Agencias.- Fernando Polack es el infectólogo argentino que el laboratorio estadounidense Pfizer contrató para probar en Argentina la vacuna contra el coronavirus, se ha vuelto un gurú en su país al encabezar uno de los estudios más importantes en América Latina destinado a encontrar un tratamiento eficaz para el COVID-19.

El especialista se formó como infectólogo en la Johns Hopkins School of Medicine. También fue profesor titular de la Cátedra Cesar Milstein en la Universidad de Vanderbilt, en Estados Unidos, según describe en un reportaje la revista Gatopardo.

Fernando Polack afirma que el plasma en la sangre de una persona convaleciente de COVID-19 podía, cuando fuera transfundido a una persona de riesgo que se hubiera enfermado recientemente, curarla. Eso se lo comentó a la doctora Romina Libster, quien ha sido su coequipera en diversos proyectos profesionales desde hacía 12 años.

Si bien la transfusión de plasma de convaleciente se utiliza para el tratamiento de enfermedades desde inicios del siglo XX, el desarrollo de medicamentos y vacunas hicieron que hoy en día esa práctica sea poco común. Y ya no es recomendado por los especialistas, para tratar el COVID-19.

Sin embargo, el punto clave en el estudio de Polack y Libster era la administración temprana del plasma: a los pocos días del contagio. Un detalle engañosamente simple, dice Gatopardo en su reportaje.

Los especialistas comenzaron con sus investigaciones a fines de abril de 2020, cuando la pandemia de COVID-19 había provocado ya más de tres millones de contagios y más de 300 mil muertes en el mundo, y desde ese momento todo fue vertiginoso.

Para junio, relata Gatopardo, «un gigantesco ensayo clínico está poniendo la idea a prueba: más de 500 personas (la enorme mayoría voluntarias) participan de su implementación en 14 hospitales capaces de recibir pacientes de cualquier punto de la Provincia o de la Ciudad de Buenos Aires. Es el estudio clínico de mayor enverdagura de todos los que se están haciendo en la Argentina».

A pesar de que aún no está comprobado científicamente -dice el médico- se están realizando campañas en su país de donación de plasma de convaleciente y su utilización en enfermos comenzó a discutirse públicamente.

Fernando Polack dijo a Gatopardo que tuvo una idea que resultó ser clave para su éxito: la aplicación temprana del plasma. Descubrió que lo fundamental era aplicarlo tempranamente, antes del octavo día después del contagio.

«Si te entra un ladrón a tu casa y te rompe las puertas, se mete en el jardín, te despierta a los perros y vos lo agarrás, después, aunque lo hayas agarrado, tenés que arreglar los destrozos. Si vos lo agarrás cuando el tipo rompió la primera puerta, las chances de controlarlo son mucho mejores», contó el especialista para ejemplificar su estudio.

Desde la idea Fernando y Romina surgida en abril de 2020 para usar tempranamente plasma de convaleciente no quitaron el dedo del renglón. A comienzos de mayo el proyecto tomó mayor impulso. Todo se organizó (y se sigue organizando) vía Zoom, a excepción de las actividades que exigen la visita a los hospitales.

Polack explica a Gotapardo que el primer grupo que se puso en marcha se encargó de estudiar la literatura científica para armar el protocolo. Lo encabezan Fernando y Romina e incluye a siete estudiantes de los últimos años de medicina de la Universidad de Buenos Aires, a quienes Polack no duda en llamar “Los siete magníficos”.

El equipo cuenta además con la asesoría de los más prestigiosos expertos internacionales y definieron los parámetros fundamentales del estudio: «que se necesitarían 210 pacientes, que la aplicación del plasma debía ocurrir antes de las 72 horas posteriores a la aparición de los primeros síntomas y que aceptarían como pacientes de riesgo a los mayores de 75 años o mayores de 65 con comorbilidades».

Con esos parámetros, afirman los especialistas a Gatopardo, en pocos meses podrían obtener una respuesta y saber si el plasma administrado tempranamente funciona o no.

Fernando y Romina califican su estudio como la investigación más grande en la que hayan participado en su vida. Comentan que se sigue financiando con ingresos de la Fundación Infant, que dirige el propio Polack con donaciones y con la participación de cientos de voluntarios que no cobran nada por participar.

«Todo se hace a pulmón -cuenta Fernando-. «Y eso me incluye a mí».

A finales de mayo, el proyecto comenzó a tener visibilidad en los medios de comunicación y eso hizo que se incorporarán centenares de voluntarios, no como pacientes ni como donantes, sino como buscadores de pacientes elegibles.

«Si funciona, el desafío es transformar una bolsa que tiene un cuarto de litro de plasma colgado sobre el paciente en una inyección, como si fuera una vacuna. Para eso, lo que estamos juntando en paralelo son 100 kilos de plasma para enviar a Córdoba y hacer una concentración», dijo Polack.

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