Sea el método que sea

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MI PECHO NO ES…

La alcaldesa de Matamoros, LETY SALAZAR, dijo que existe el proyecto de que, tras instalarse una mesa de diálogo entre los aspirantes a la candidatura del PAN para la gubernatura de Tamaulipas… “Se va a nombrar un delegado nacional, que es el que va a llevar el proceso para tener imparcialidad”.

SALAZAR puntualizó textual: “Hay que decirlo, pero estamos muy contentos porque finalmente hay una mesa de diálogo y vamos a ayudarnos entre todos, sea el método que sea, el que quiera tiene que someterse a ello”.

 

LOS ARBOLES DEL PUENTE

Sobre el puente del Libramiento Altamira-Puerto Industrial, que tiene dos años y medio de haber sido clausurado por daños en su estructura, están creciendo árboles.

En el año 2012, este puente, presuntamente construido por una empresa propiedad de un ingeniero y un político matamorense, a menos de un año de funcionar presentó daños en su estructura.

Según los inspectores de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes en este puente se registraron hundimientos que ponían en riesgo de colapso, pues por su joroba se trasladan unidades con mucho peso

En este puente se invirtieron 180 millones de pesos.

Hay información que revela la intención de rehabilitar este importante puente del libramiento Altamira-Puerto Industrial pero esto se hará solo hasta que se termine el juicio, que se emprendió contra la empresa constructora que ejecutó la obra, empresa que no quiere hacer válida la fianza de vicios ocultos.

 

EL NUNCIO, EN MATAMOROS

El representante del Papa FRANCISCO I en México, el Nuncio Apostólico, CHRISTOPHE-PIERRE, encabezó ayer, en el seminario de Matamoros, la ceremonia de inauguración del Instituto de Filosofía, cuyas instalaciones están consideradas como “el corazón” de la Diócesis.

El ambicioso proyecto para contar con el Instituto de Filosofía, el cual contará  con un edificio y habitaciones, se hará realidad gracias al apoyo de la comunidad católica de dicha Diócesis de Matamoros.

La importancia del Instituto de Filosofía radica en que ahí se ofrecerá la formación filosófica y teológica a los sacerdotes y futuros seminaristas

 

En el 20 de noviembre… RELATOS DE LA REVOLUCION…

-“ORO, CABALLO Y HOMBRE”-

-Como en Casas Grandes (Chihuahua) terminaba la línea férrea, los villistas que se dirigían rumbo a Sonora bajaron de los trenes, echando fuera de las jaulas la flaca caballada y después de ensillar emprendieron la caminata hacia el cañón del púlpito.

La llanura estaba oculta bajo una espesa costra de nieve endurecida que crujía a la presión de las herradas pezuñas de los animales; a veces, éstos resbalaban y caían sobre el húmedo colchón, blanco e interminable […].

Frente a Casas Grandes, a poco trotar, hay una laguna extensa, pero poco profunda, casi una charca donde el viento no hace oleajes, rizando apenas la superficie pantanosa, que semeja un cristal ahumado […].

El grueso de la columna se desvió, prefiriendo hacer un gran rodeo por tierra firme, que atravesar la sospechosa calma de las aguas oscuras.

Pero un grupo de villistas […], se decidieron a marchar en línea recta a través de la charca. A la cabeza del grupo iba un hombre alto […], rostro oscuro completamente afeitado, cabellos que eran casi cerdas, lacios, rígidos, negros; boca de perro de presa, manos poderosas, torso erguido y piernas de músculos boludos que apretaban los flancos del caballo como si fuera garra de águila.

Aquel hombre se llamaba RODOLFO RIERRO.

Había sido ferrocarrilero y después fue bandido, dedo meñique del jefe de la División del Norte, asesino brutal e implacable, de pistola certera y dedo índice que no se cansó nunca de tirar del gatillo.

—“Los caballos andan mejor en el agua que en la nieve” —dijo y metió espuelas.

El animal dio un gran salto, penetró en la laguna levantando un abanico de agua con cada pata, siguió adelante braceando a un metro de alto y chapoteando con regocijado estrépito—.

“Éste es el camino para los hombres que sean hombres, y que traigan caballos que sean caballos… ¡Adelante!”.

Los otros le siguieron, haciendo ruidos de cascada.

FIERRO iba cargado de oro […], oro en los bolsillos abultados del pantalón, oro en el pliegue que hacía la camisola al voltearse sobre el cinturón ajustado […], oro en bolsas de lona colgadas de la cabeza de la montura… Una coraza de oro… ¡Kilos de oro!.

Cuando caminaba en tierra firme, el caballo parecía no sentir sobre su lomo al hombre enorme, parecía no llevar encima aquel tremendo cargamento […].

Pero a cien metros, a ciento cincuenta, a doscientos metros de la orilla de la laguna, el caballo fuese fatigando de no encontrar tierra firme bajo sus herraduras, de meter los cascos en un lodazal negro, espeso, congelado. […].

—“Mi general, está el terreno muy pesado para los caballos —aventuró a decir uno de los acompañantes—, mejor es que nos devuélvanos y denos la vuelta por la orillita…”.

—“¡Qué devuélvanos ni qué el demonio…! ¡Me canso de pasar este tal por cual charco!, el que tenga miedo, que se raje y dé media vuelta… No se vaya a dar un baño”.

Y dio otro apretón de pies en el vientre del caballo […].

El caballo volvió a caer sobre sus cuatro patas y se vio entonces que el agua le llegaba hasta el vientre. […]

Fuese desarrollando una lucha tremenda:

El caballo contra el fango y el hombre contra el caballo.

Los demás jinetes no se atrevían a acercarse y habían formado un semicírculo a cinco o seis metros de distancia. […]

Llegó el momento en que el animal no pudo desprender las manos del lodo.

Debía tenerlo ya más arriba de la rodilla, porque el agua le llegaba hasta la mitad del cuerpo.

Quedó un instante inmóvil dando unos bufidos que parecían respuesta a los insultos que le seguía diciendo FIERRO.

Y entonces fue cuando éste pensó en desmontar […], levantó la pierna derecha sobre el lomo del animal y la sumergió en el agua tratando de tocar fondo; pero el pie se le hundió en el barro que parecía mantequilla […].

Sintió miedo, un miedo espantoso de quedarse ahí para siempre, con su caballo y con su oro; volvió los ojos hacia sus hombres con una intensa angustia. […].

—“¡Epa! ¡Imbéciles! a ver si hacen algo… […]”.

FIERRO estaba de rodillas sobre la silla, pálido, con los ojos desorbitados por el espanto.

—“Una reata… ¡Échenme una reata!, le doy una bolsa a cada uno que me ayude a salir…[…] Pronto… pronto… El caballo ya se fue al diablo”.

Las reatas partieron simultáneamente con un uniforme silbido, pero fuera por mal cálculo o porque los lanzadores tuvieran pocas ganas de verse envueltos en el peligro, todas quedaron cortas y FIERRO, sin soltar el oro, intentó alcanzarlas alargando el brazo derecho. […] Pronto la cabeza quedó a ras de agua y luego se hundió […].

Luego todo desapareció bajo las aguas, que volvieron a quedar como un vidrio ahumado, sin oleaje, apenas rizadas por el viento.

Muy despacio, con toda clase de precauciones, los testigos de la tragedia fueron saliendo a la orilla. […].

La columna continuó su marcha en la nieve, y al ponerse el sol acampó en un bosque. […] Recordando el drama, algunos dijeron:

—“¡Lástima de oro!”.

Otros:

—“¡Lástima de caballo!”.

Y ninguno lamentó. la desaparición del hombre.

-Tomado de Relatos de la Revolución de RAFAEL F. MUÑOZ.

Por hoy, es todo.