Cd. Victoria, Tam. Amplia y detallada la iniciativa que presentó la diputada local TERESA AGUILAR GUTIERREZ para tipificar con mayor precisión y sancionar de manera efectiva los delitos contra la intimidad personal derivados de la nueva generación de tecnologías cibernéticas.
La propuesta buscaría castigar hasta con 11 años de prisión (según la gravedad del caso) a quien divulgue, publique y difunda material íntimo o sensible de una persona sin su consentimiento.
También identifica prácticas como el sexting en todas sus variantes, desde el envío de imágenes de contenido explícito sin la autorización de la persona involucrada.
Práctica muy socorrida entre estudiantes de niveles medio y medio superior, en los últimos tiempos, a menudo derivada del despecho y el deseo de venganza por alguna de las partes ofendidas cuando termina abruptamente una relación (el mensaje típico: “video de mi ex”).
Detalle curioso que los padres de familia debieran tomar en cuenta. Mucho de ese material suele ser grabado a manera de diversión y con la anuencia de la pareja, sin detenerse a pensar lo que podría ocurrir con dichos archivos en caso de terminar el noviazgo.
Por su parte, el “grooming” es una forma de abuso contra menores, a menudo cometido por adultos que se hacen pasar por otros menores. En México, como en Estados Unidos, han sido desmanteladas redes completas de abusadores.
Los “packs” son archivos con imágenes comprometedoras ordenados en un conjunto más o menos coherente y que se ofrecen de golpe, en un solo envío.
Debo decir que hay packs muy divertidos como el de cinco o seis fotos mostrando el momento en que un agente de tránsito pide, sugiere, gestiona y recibe una mordida del automovilista, sin saber que un fotógrafo bien posicionado lo tiene en la mira.
Y, bueno, si en los años noventas abusos como el hacking se enfocaban a navegadores y clientes de correo, en estas primeras décadas del siglo 21 las intromisiones han crecido exponencialmente con el internet móvil que ya va en su quinta generación y convierte a un teléfono en una herramienta con capacidades múltiples.
Cabe recordar que el primer ensayo de redes sociales data de los programas de mensajería (llamados también “pagers”, aunque el término es ambiguo) como el viejo IRC, el exitoso ICQ, su proyecto hermano de AIM, así como los respectivos messengers de YAHOO! y HOTMAIL (este último derivaría después en WINDOWS LIVE y el actual SKYPE).
Importa decir que en esta categoría inicial (años 80s y 90s) estaba enfocada inicialmente en computadoras personales (desktops, laptops).
Aun así, fueron noticia de impacto internacional donde ya aparecían con nitidez los riesgos potenciales que al correr de los años veríamos multiplicarse: acoso sexual, pedofilia, extorsión, amenazas, estafa, robo de identidad.
Aunque el mayor impacto vendrá con las posibilidades amplísimas de la telefonía móvil, cuando esta incrementa sus capacidades, velocidad, potencia, variantes.
De la primera generación (1G) todavía analógica, nacida a finales de los 80s, el salto será sustantivo con la 2G que a principios de los 90s se convertirá en digital y permitirá, junto a la llamada de voz, incorporar mensajes de texto. Nacía el servicio de SMS (Short Message Service).
Ya en los albores del siglo 21, la tercera generación (3G) incorpora elementos propios del cómputo, aplicaciones de correo electrónico y nuevas opciones de mensajería.
Aparecen así las redes sociales de nuevo cuño: LINKEDIN nace en 2003, FACEBOOK en 2004, TWITTER en 2005, TUMBLR en 2007, WHATSAPP en 2009, INSTAGRAM en 2012, por citar los más importantes.
La incorporación de cámaras (foto fija, después video) corre pareja con la incorporación definitiva de Internet a los aparatos celulares que adquirirían por ello el nombre de “teléfonos inteligentes” (smartphones).
Explosiva la combinación cuando las bandas 4G y 5G facilitan la transmisión instantánea de datos, punto a punto (“peer to peer”, decían los antiguos), video, fotos, documentos completos.
A la tradicional llamada por voz se uniría la videollamada, vieja utopía que en los primeros años sesentas era patrimonio exclusivo de JIMMY OLSEN, reportero estrella del diario “The Planet”, cuando quería comunicarse desde su reloj de pulsera con su amigo SUPERMAN.
Ventajas muchas, peligros también un montón. Las bandas criminales (narcos en América, terroristas islámicos en el viejo mundo) difunden videos de sus ejecuciones vía redes sociales.
Lo que se suma a delitos más viejos cometidos desde el primer Internet (80s/90s) como el hackeo de cuentas bancarias, el robo de identidad o el comercio masivo con bases de datos que contienen información de cuentahabientes, clientes, deudores o hasta datos de inteligencia que comprometen a la seguridad nacional.
Desde luego, necesario es reconocer la buena fe de TERESA AGUILAR y su bancada. Es un paso importante su propuesta pero no agota (ni lejanamente) el tema.
Habrá que profundizar las medidas de prevención, educar con amplitud a las audiencias, desarrollar instancias permanentes de difusión y capacitar a las familias sobre los riesgos que existen en el vasto campo de la vida digital.
Que se consolide, por una parte, la cultura de la denuncia aunque esta última solamente será posible cuando haya instancias a la mano, seguras y confiables a las cuales acudir.
Y, por supuesto, para que sean confiables deberán acreditarse con buenos resultados. La eficacia como tarjeta de presentación, ante delitos que a menudo abochornan a la parte afectada y exigen madurez, sensibilidad, profesionalismo, por parte de las autoridades. El tema da para mucho.
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