POR CARLOS LOPEZ ARRIAGA
Cd. Victoria, Tam.- No es casual ni será la primera vez que las corporaciones de seguridad norteamericanas tengan valoraciones distintas sobre un mismo personaje delictivo.
¿Sorprende que el FBI haya investigado a GENARO GARCÍA LUNA por sus nexos con el narcotráfico mientras la DEA lo condecoraba, premiaba, le palmeaba la espalda y reconocía públicamente sus servicios colocándolo como el gran superpolicía mexicano?
Bueno, medio siglo atrás, a SAM, Momo, GIANCANA le ocurrió lo mismo. El FBI lo llevó a juicio por sus actividades criminales, a pesar de que (¡en paralelo!) la CIA lo había reclutado como socio de sus proyectos para combatir al régimen cubano de FIDEL CASTRO.
El gobierno estadounidense es capaz de aliarse con el mismísimo diablo si ello le facilita la consecución de alguna meta táctica que sus mariscales de campo consideren de importancia.
Y en dicho sentido utilitario de la amistad, jamás les ha importado que sus aliados de hoy sean los enemigos del mañana. Para ellos la amistad es desechable, de usar y tirar. Muy de coyuntura siempre. Le pasó al iraquí HUSSEIN y al panameño NORIEGA. Primero amigos, luego adversarios mortales.
Lo dijo ROOSEVELT del primer SOMOZA: “es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. Y lo repitió madam KIRKPATRICK la estratega de REAGAN medio siglo después con respecto a los sátrapas sudamericanos como VIDELA y PINOCHET.
Desde luego, las películas y series televisivas jamás serán fuente confiable. Pero si un elemento común destaca en las producciones de NETFLIX, PRIME o HBO referentes al narcotráfico es que en todas aparecen involucrados elementos de las distintas agencias norteamericanas, en calidad de cómplices.
Hay desde siempre una política de intereses que de tiempo en tiempo se disfraza como política de principios. Aunque luego estos sucumban como un velo marchito que cae o una máscara que se rasga a los primeros minutos de cualquier conflicto serio, para dejarnos ver el verdadero rostro de la diplomacia americana.
LA CLOACA VECINA
El tema recobra actualidad, hoy que ha concluido la parte sustantiva del juicio a GARCÍA LUNA, con el veredicto de culpa que el jurado dispuso y el juez avaló.
Pasada la marea noticiosa, quedan demasiados elementos sueltos que, por supuesto, no fueron tratados en el juicio pero merecen ser consignados, si no por la justicia, al menos dentro de la actividad periodística regular.
Por supuesto, GENARO nunca actuó solo, hubo una estructura amplia y jerarquizada que operó con él en distintos niveles, arriba, abajo y colaterales. Y muchos fueron sus compañeros de gabinete en los gobiernos 2000-2006 y 2006-2012 que conocieron de sus andanzas, callaron o hasta se beneficiaron.
Pero esto aplica también al norte del río Bravo. Lo dijo algún día el expresidente MIGUEL DE LA MADRID. En México está el trasiego, pero la cadena de comercialización se ubica en el vecino país del norte.
Lo fuerte del negocio se encuentra en Estados Unidos, la red más amplia, el organigrama completo. Desde el mayoreo y el medio mayoreo hasta llegar al minorista y el punto de venta.
Pero los norteamericanos son dados a entregar premios y reconocimientos en función del corto plazo mientras un determinado funcionario resulte útil a sus intereses del momento.
En junio del 2004, la abogada y administradora de la DEA KAREN POMERANTZ TANDY entregó a GARCÍA LUNA un reconocimiento por sus tareas en la lucha contra el narcotráfico.
También en aquellos años, la Asociación Internacional de Analistas de Inteligencia para el Cumplimiento de la Ley (International Association of Law Enforcement Intelligence Analysts, IALEIA), una organización que se jacta de promover los más altos estándares de profesionalismo en dicho campo, entregó a GENARO el Premio al Servicio Profesional por considerarlo un ejecutivo en áreas de procuración de justicia reconocido por su “extraordinario soporte a la función de análisis de inteligencia”.
Observadores y analistas se preguntan hoy en día si al momento de nominar a personalidades de la seguridad y la justicia para tales reconocimientos, diplomas y hasta medallas, en verdad tales instituciones conocen a quienes están premiando.
O si, de plano, no les interesa y en todo caso, dichas condecoraciones son chatarra al servicio de las relaciones públicas y la diplomacia del momento.
Es decir, carentes de valor, pues solo sirven para enmarcar y pegar en alguna pared del beneficiado, sin que representen una constancia real de trabajo bien hecho.
Simulación en suma por la que debieran responder los organismos y funcionarios que promovieron como estrellas a quienes años después serían carne de presidio.
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