Por Carlos López Arriaga
Cd. Victoria, Tam.- El presunto ataque contra el expresidente DONALD TRUMP ocurrido este sábado en Pensilvania activa una lectura inevitablemente electoral por su efecto automático en términos de popularidad, a media carrera por la Casa Blanca.
Tendría además por historia previa los forcejeos en torno a la candidatura de su adversario JOE BIDEN. Esa fragilidad del actual mandatario que fue música para los oídos republicanos mientras se mantuvo en un nivel controlado.
Desvaríos presidenciales, olvidos, equivocaciones y un andar titubeante (harto explicable a sus 82 años) aportaron argumentos de sobra a la narrativa supremacista y burlona de TRUMP.
Aunque el tema de la debilidad luego habrá de escalar para revelarse como incapacidad evidente, abriendo la posibilidad real de que BIDEN pueda ser reemplazado por alguien más joven, fuerte y mejor dotado. Y esto ya no gustó tanto a sus opositores.
Es el mes de junio cuando el propio New York Times le pide al presidente que se retire de la contienda y se barajan nombres de probables sustitutos, como la vicepresidenta KAMALA HARRIS; los gobernadores demócratas NEWSOM de California; WHITMER de Michigan y SHAPIRO de Pensilvania.
La vulnerabilidad extrema de BIDEN se habrá de convertir entonces en pesadilla republicana cuando una encuesta de la agencia REUTERS IPSOS señaló que la exprimera dama MICHELLE OBAMA tendría un porcentaje de aceptación del 50%, superior al 39% de TRUMP (https://is.gd/gjGeaS).
A partir de ese momento, la extrema derecha va a desatar una guerra demencial en redes sociales contra todo lo que huela a Partido Demócrata.
Mensajes de odio masivos y sistemáticos, carentes del mínimo escrúpulo contra los OBAMA y los CLINTON, a quienes no dudan en tachar de “comunistas”.
Sectores que, ante la vulnerabilidad manifiesta de BIDEN, ya daban por ganado al candidato republicano, van a reaccionar enfurecidos contra la encuesta y la posibilidad de que MICHELLE, una mujer afroamericana 18 años más joven que TRUMP, pudiera alzarse con la victoria el próximo noviembre.
LOS DISPAROS
En este contexto ocurre el extraño atentado al expresidente, nada menos que en Pensilvania, la entidad natal de BIDEN. La narrativa oficial dijo inicialmente que un joven veinteañero de nombre THOMAS MATTHEW CROOKS, habría disparado siete veces y una de ellas afectó la oreja derecha del mastodonte rubio.
Pero luego surgieron otros datos. Solo las primeras (¿tres?) detonaciones habrían sido del atacante. Las demás vendrían de elementos de seguridad parapetados en miradores vecinos, que liquidaron a CROOKS.
Imágenes al respecto no dejan lugar a dudas y muestran al menos dos oficiales de uniforme negro y cachucha accionando fusiles de largo alcance.
En cuanto al manejo de la emergencia, llama la atención el que hayan permitido a TRUMP levantarse pronto y con el puño en alto, logrando destacar su figura sobre la media docena de guardaespaldas que (aún contra su voluntad) debieron cubrirlo del todo.
Pero DONALD se abriría paso con facilidad, atizando a su público mediante un reiterado grito de guerra (“¡fight, fight, fight!”) con la oportunidad y el espacio suficientes para ser captado en gradas y medios.
Nadie le impide mostrar su rostro épico oportunamente manchado de sangre, con la eficacia de un héroe cinematográfico. Las fotos serán de epopeya, más propias de la ficción que de una cobertura noticiosa. Más propaganda que periodismo.
FALLA EN SEGURIDAD
Importa recordar el atentado contra RONALD REAGAN, aquel mes de marzo de 1981 en la ciudad de Washington, donde el presidente fue prácticamente tacleado por sus guardaespaldas.
Al instante, su equipo de seguridad le brincó encima para arrojarlo de bulto al asiento trasero de la limusina presidencial, sin dejarlo levantar cabeza, como elemental y urgente protocolo de rutina tras escuchar los disparos.
Por el contrario, a DONALD TRUMP le permitieron hacer su show. Pudo ser visto desde las tribunas, tomado por centenares de cámaras celulares con el gesto indiscutible de quien convoca a la lucha, mientras se sobrepone con coraje a la dificultad. Muy mediático todo.
Falla gravísima en su equipo de seguridad que jamás debió permitirle asomar siquiera la cabeza pues ello lo ubicaría a merced de nuevos disparos.
Al momento de formar un escudo humano en torno a TRUMP, lo único que sabían es que se encontraba bajo ataque. En esos instantes nadie podría saber de dónde venían los disparos, si era un agresor solitario o había más. Tampoco si el presunto responsable había sido abatido.
En cuestión de minutos empieza a circular una imagen dramática que parece diseñada en estudio, por su excelente composición, pues concentra un número inusual de elementos propagandísticos y de alto valor simbólico.
El gesto heroico de DONALD que se sobrepone triunfal sobre la adversidad con el rostro manchado de sangre. Los fieles cuidanderos se apeñuscan contra su cuerpo. De fondo el cielo azul y una bandera ondeante de Estados Unidos.
SIMBOLOGÍA PATRIA
La imagen parece remitirnos al célebre monumento a los veteranos de guerra en el cementerio de Arlington, Virgilia, los infantes de marina en la isla de Iwo Jima, Japón, unidos cuerpo con cuerpo, apretando fuerzas para izar su bandera sobre el monte Suribachi (https://is.gd/uV69qW).
Tomada en contrapicado, de abajo hacia arriba, igual nos recuerda a la célebre estampa de SILVESTER STALLONE y su feroz grito de victoria, con la bandera de fondo, tras derrotar a su oponente soviético en “Rocky IV” (https://is.gd/2C1zJ3). Ilustración típica del patriotismo cinematográfico en la era REAGAN.
Por igual muy maquinada resultó la reacción de las redes favorables a TRUMP. De inmediato asumieron que el atentado había sido ordenado por BIDEN y el matrimonio OBAMA, a quienes con demasiada prisa endilgaron calificativos de “terroristas” y (otra vez) de “comunistas”.
Asumieron, incluso, que el presunto tirador, THOMAS MATTHEW CROOKS, sería simpatizante del Partido Demócrata. Aunque los medios luego informaron que su familia es más bien republicana.
OTRAS VOCES
Pero se multiplican las dudas planteadas en redes. Piensan que de haber sido una bala, la oreja de TRUMP estaría destrozada y la hemorragia sería mucho mayor. Considerando los calibres que emplean los francotiradores, le hubiera volado parte de la mejilla. No habría podido levantarse.
Un rasguño apenas, un hilo de sangre. Las rayas rojas que luego vimos en la parte derecha de su cara parecen más bien posteriores, lo mismo si (1) se embarró involuntariamente al pasar su mano por la herida o bien si (2) realizó el trazo de manera deliberada con afán de victimizarse, como simbólicas huellas de combate, emulando tinturas de guerra.
En una interpretación alternativa, la herida pudo ser causada por un pedazo de vidrio que saltó de la pantalla de lectura conocida como “teleprómter”. Más allá de las tesis conspirativas, cabe la pregunta que suelen hacer los criminalistas y cuya respuesta puede orientar la tarea interpretativa:
-“¿A quién beneficia este episodio?”…
Por supuesto, al propio TRUMP.
BUZÓN: lopezarriagamx@gmail.com
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