Guardia Nacional, vaya calvario

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Cd. Victoria, Tam. Mirada adusta, rostro aleonado, el presidente del congreso tamaulipeco GLAFIRO SALINAS MENDIOLA se decantó claramente en favor de la Guardia Nacional, proyecto obradorista ya aprobado en las cámaras federales y que solo esperaba el visto bueno en 17 de los 32 congresos estatales (la mitad más uno, en efecto) para echar las campanas al vuelo.

Asunto que este miércoles ocurrió y, por ende, la Cámara de Diputados prepara el respectivo festín para el jueves, cuando la sesión del pleno en San Lázaro declare la constitucionalidad de las reformas que dan vida a la corporación.

Con oportunidad el líder cameral MARIO DELGADO habría de recordarnos que dicho propósito se está cumpliendo en los 100 días del presente régimen federal.

Sume usted (lector, lectora) los 31 días de diciembre con las 31 jornadas de enero, 28 más de febrero, con 7 que este jueves se cumplen de marzo y (en efecto) son 97, esto es, 3 antes del mágico 100.

Tendrá que darse prisa el senado para apurar ante el Ejecutivo (SEGOB, quién más) la respectiva promulgación, incluyendo su publicación en el diario oficial.

Y bueno, por más que miro, observo, busco y espulgo el proyecto desde sus inicios, reconozco mi ignorancia, pero sigo sin entender por qué razón causó tanta extrañeza, discusiones, dimes y diretes entre los partidos, un propósito institucional que lleva acariciándose (contando el actual) cinco sexenios.

Vea usted las características. Se trata de una corporación policial de (1) cobertura nacional, (2) estructura y disciplina militar (3) mando civil y (4) todos los avances que en materia de inteligencia, capacitación, armamento y salarios se requieren para (5) enfrentar con éxito a la delincuencia y, con ello (6) pueda regresar el ejército a sus cuarteles.

ANTECEDENTES

El primer atisbo lo observó ERNESTO ZEDILLO en 1999, al crear la Policía Federal Preventiva (PFP) que incorpora en su seno efectivos, mandos y tareas de las policías Fiscal y Federal de Caminos, con una subrayada disciplina castrense, armamento, uniforme, presupuesto, instalaciones, vehículos.

Apenas tres años después, en 2002, VICENTE FOX lanzaría un concepto paralelo, el de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) que absorbería a la Policía Judicial Federal.

El siguiente paso lo dio FELIPE CALDERÓN en 2009, cuando fusiona ambas corporaciones para crear la actual Policía Federal.

Esta última andaría ya muy cerca del propósito amplio al que las instituciones mexicanas de seguridad se habrían venido encaminando por años. Una dependencia robusta y disciplinada, con vocación de cobertura nacional y claramente inspirada en el músculo castrense.

Y así llegamos al 9 de mayo del 2012 cuando el entonces candidato del PRI a la presidencia ENRIQUE PEÑA NIETO, anuncia desde su gira en San Luis Potosí, la intención de constituir una Gendarmería Nacional.

Al siguiente mes (junio 14), PEÑA NIETO presentaría en sociedad al general colombiano OSCAR NARANJO TRUJILLO, en calidad de asesor especial para aprovechar sus conocimientos y experiencia como exdirector de la Policía Nacional en su país.

Por entonces PEÑA pecaba de optimista. Pensaba que (en automático) SEDENA y SEMAR obedecerían sus órdenes de reubicar en pocos días 40 mil efectivos en la naciente Gendarmería.

Así de fácil y rapidito. Cambio masivo de adscripción, otro uniforme, para dar respuesta a la zozobra ciudadana que dejaba por herencia la guerra de FELIPE CALDERÓN.

Sería un nuevo paso hacia la modernidad, la eficacia y todos los términos felices que ENRIQUE PEÑA NIETO solía exhibir en su trayecto a Los Pinos.

Anunciaría de paso al titular del nuevo cuerpo policial, con el nombre de Comisionado Nacional de Seguridad, el contralmirante médico-naval MANUEL MONDRAGÓN Y KALB.

La historia posterior es muy nebulosa. La corporación que surgiría por “fast track”, vaporera, horno de microondas, como efecto de una simple reingeniería institucional, al paso de las semanas y los meses (diciembre de 2012, primera mitad de 2013) tardaría en llegar.

NEGATIVA ROTUNDA

Era claro que el proyecto se había atorado en el más alto mando de las instituciones castrenses. Circulaban versiones de que el general secretario SALVADOR CIENFUEGOS y el almirante secretario VIDAL SOBERÓN, habían hecho causa común para imponerle condiciones al proyecto.

Aceptarían, a regañadientes, la reubicación de sus hombres, pero con la condición irrenunciable de que el mando de la naciente gendarmería fuera militar.

Todavía en aquel 2013 se decía que la multicitada Gendarmería sería presentada en sociedad durante el desfile del 16 de septiembre siguiente. Lo cual tampoco sucedió y así se les fue el resto del año.

En marzo de 2014, MONDRAGÓN renunciaría a su cargo, dejando un rastro de preguntas sin respuesta. En paralelo, la inclusión del general colombiano NARANJO TRUJILLO tampoco se concretaría.

La sombra del fracaso empezó a rondar en etapa temprana, cuando aún no se cumplían los primeros 16 meses de ese gobierno. La historia posterior es de todos conocida.

Como auténtico parto de los montes, en agosto de 2014 (y ya bajo la autoridad de MONTE ALEJANDRO RUBIDO, viejo oficial de inteligencia) la corporación estrella del régimen peñista terminaría reducida a una División Séptima de la Policía Federal, con apenas 5 mil efectivos.

Quedó prácticamente en nada el sueño mexicano de contar con el equivalente a la Gendarmería Nacional de Francia, los Carabinieri de Italia, la Guardia Civil española, la Policía Militar de Brasil, la Policía Nacional de Colombia o las gendarmerías de Chile y Argentina.

SINUOSO CAMINO

Viendo los hechos en perspectiva, la impresión es que PEÑA NIETO se dejó atrapar por el protagonismo y el (tan mexicano) vicio de crear instituciones nuevas que lleven la firma del presidente en turno, en lugar de reorganizar las existentes.

Finalmente, la función que esperaba cubrir con la fracasada Gendarmería Nacional ya estaba en manos de la Policía Federal.

Podría alegarse al respecto que las sospechas de corrupción y de infiltración de la delincuencia ensombrecieron a la PF bajo el gobierno calderonista y la turbulenta gestión de GENARO GARCÍA LUNA.

Aunque, como dependencia del Ejecutivo, la corporación pudo haberse reorganizado y purgado, relevando a sus mandos medios y superiores para relanzar el proyecto, con el mismo nombre (PF) o con el que tanto le gustaba a PEÑA, Gendarmería.

Y bueno, cabe recordar esta historia, con sus éxitos y fallas, hoy que vemos al presidente LÓPEZ OBRADOR pasar por un aparatoso entuerto de consultas públicas, discusiones y trámites legislativos (las dos cámaras, más los 32 congresos estatales) para finalmente establecer una institución similar a la que ya existe.

Temiendo acaso repetir el fracaso de PEÑA y su fallida Gendarmería, AMLO se fue a consulta, elaboró proyectos, pidió la aprobación de las distintas representaciones populares y hoy, finalmente, aterriza con éxito.

Queda, sin embargo, la impresión de que todos estos sobresaltos, toda esa tinta y esa saliva derramadas en tan largo y tortuoso procedimiento, podrían haberse ahorrado reorganizando (y hasta renombrando, si ese era su gusto) a la actual Policía Federal.

Habrá de perdonar usted la ignorancia, pero tanto ANDRÉS MANUEL, como ENRIQUE, escogieron el camino más largo, el de la vanidad de presidentes que fundan instituciones y dejan su marca en la historia, en lugar de optar por la ruta más corta de reformar las existentes.

BUZÓN: lopezarriaga21@gmail.com

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