La carta de Javier Cárdenas

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En relación a los hechos violentos en los que se vio envuelto el joven JAVIER CARDENAS DAVILA, hijo del diputado federal GUSTAVO CARDENAS GUTIERREZ, recibimos la siguiente misiva:
“Ángel, muchas gracias por tu participación con lo de mi hijo, muy agradecido.
Te mando una carta de él.
-A TODOS LOS amigos y amigas y personas que se interesaron y preocuparon por mi salud, les agradezco todas las muestras de afecto que han tenido para mí y para mi familia.
Les informo que gracias a Dios me encuentro bien y a lado de mis seres queridos.
Aprovecho también para contarles la verdad de los hechos en que estuve a punto de perder la vida, debido al atentado que sufrí el pasado 29 de junio a manos de tres civiles armados, que posteriormente fueron identificados como policías del municipio de San Pedro Garza García.
Primeramente quiero ser muy enfático en aclarar y precisar que nunca en mi vida he tenido que ver con el tráfico de drogas como errónea, dolosa e irresponsablemente fue difundido minutos después de haberse conocido el cobarde atentado del que fui víctima.
Al contrario tanto yo como el resto de mi familia hemos dedicado gran parte de nuestras vidas a servir a los demás, en la medida de nuestras posibilidades.
El pasado 29 de junio me encontraba en el estacionamiento techado de la tienda HEB-Fundadores en Valle Oriente de San Pedro Garza García, Nuevo León, siendo aproximadamente las 16 horas (cuatro de la tarde) sorpresivamente fui atacado por tres hombres armados vestidos de civiles quienes ahora se, con motivo de las investigaciones del caso realizadas, son policías encubiertos de dicha ciudad.
Los policías referidos, sin motivo evidente ni razón alguna accionaron sus armas en contra de mi persona y el vehículo en el que me desplazaba en al menos 28 ocasiones, según revelan las investigaciones, 12 proyectiles impactaron mi camioneta y tres de ellos, hicieron blanco en mi persona.
Ante la criminal agresión y en busca de salvar mi vida y la de mi amigo, acelero mi vehículo y trato de salir de dicho estacionamiento.
En mi desplazamiento observo policías afuera del centro comercial y a bordo de sus patrullas.
Es allí donde solicito de su auxilio y protección, recibiendo sorpresivamente, en lugar de ayuda, una nueva agresión física al ser sometido violentamente contra el piso seguido por golpes, patadas y demás, lastimando aún más mis heridas (al grado que cuando ingresé al hospital, aparte de tener heridas abiertas, también las tenía cubiertas de tierra y pasto) sin importarles que estaba herido a consecuencia de los tres balazos que recibí.
Mi asombro llegó al límite y volví a temer por mi vida, al observar que los civiles armados (policías encubiertos) que me dispararon instantes antes, llegaron al lugar y me gritaron furiosamente y de una forma cínica: “Debimos haberte matado”.
Aún sin comprender de que se trataban todas esas agresiones estando ya esposado por los policías uniformados, los agresores policías encubiertos empiezan a señalarme infundadamente como vendedor de drogas sin poder presentar evidencia alguna de su dicho en ese momento.
Alrededor del transcurso de una hora y sin algún tipo de ayuda médica, arribaron al lugar, más policías y un sin número de personas que ya habían distorsionado la verdad.
Fui llevado a una ambulancia y trasladado a recibir atención médica donde fui enterado que las lesiones no ponían en riesgo mi vida.
Así ocurrieron los hechos.
El 2 de julio el juez de control, casi a la media noche, me otorgó la libertad al no haberse sustentado evidencia alguna en los términos solicitados por el fiscal.
Posteriormente ordenó que se realizara una investigación al fiscal por la brutal agresión que sufrí por parte de la policía.
Cabe señalar que él se dio cuenta de dicha violación a los derechos humanos y el exceso de fuerza y él así lo determinó.
Amigas y amigos, soy estudiante en la Universidad de St. Edward en Austin, Texas, a vísperas de recibirme.
Tengo 23 años, no soy, nunca he sido ni seré un criminal. Tampoco tengo antecedentes penales.
Quienes me conocen de cerca podrían avalar lo dicho.
Mediante mis abogados hemos pedido a las autoridades procuren evitar este tipo de hechos que ponen en riesgo la vida de las personas de bien.
A la sociedad en general le alerto sobre los hechos para que se cuiden. La violencia forma parte de una cotidianeidad a la que no debemos acostumbrarnos.
De nueva cuenta, muchas gracias a todos los que oraron porque recobrara mi salud, por las muestras de afecto que recibimos toda mi familia, a mi padre, a mi madre, a mi hermano y a mi hermana, también gracias, se cuánto me quieren, pero deben saberlo, fue muy grato sentirlo en esos momentos.
Ahora más que nunca siento en mi un gran compromiso por seguir trabajando por los demás, como lo he visto a lo largo de mi vida.
P.D.- Estoy eternamente agradecido con Dios por haberme permitido salir de esto vivo y haberle evitado el enorme sufrimiento a mi familia y amigos.
De la misma forma me solidarizo con todas las familias que no han corrido con la misma suerte.
JAVIER CARDENAS DAVILA.”-
Hasta allí la misiva.
Nos leeremos, Dios mediante el próximo domingo en CRONICA SEMANAL…
Por hoy, es todo.

 

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