Por Guillermo Gutiérrez González
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La integración de un gabinete de gobierno estatal implica la selección de perfiles competitivos y la conjugación de capacidad, experiencia y lealtad al jefe del ejecutivo. Lo ideal es logar un equilibrio entre estos factores esenciales y arrancar la gestión con los mejores hombres y mujeres.
Aunque es prematuro hablar de nombres, en eso debe andar el Dr. Américo Villarreal Anaya, Gobernador electo de Tamaulipas, revisando con lupa cada una de las hojas curriculares de los prospectos a ocupar diversos cargos en la nueva administración estatal. En este análisis debe haber espacio para valorar también, la aportación y la participación de los mismos en su campaña electoral.
Uno de los compromisos fundamentales del Medico Villarreal Anaya durante su campaña, fue el de conformar su equipo de trabajo con Tamaulipecos de nacimiento, no con foráneos ni con gente recomendada por los altos mandos de Morena y del Gobierno Federal. Entendemos que la designación eventual de Santiago Nieto al frente del grupo de transición no descalifica esta promesa del Gobernador electo.
Hay que decirlo, en la administración panista saliente, permitieron la llegada de muchas personas oriundas de otros estados para ocupar cargos de secretarios, subsecretarios y directores, desplazando y agraviando a cuadros políticos azules tamaulipecos, lo que le resto votos a su candidato y en cambio benefició a los morenistas.
Los nuevos funcionarios estatales tendrán la oportunidad de hacer realidad las promesas de su jefe de servir, no de servirse, para honrar la palabra del nuevo gobernador y aplicar el nuevo slogan de que “amor con amor se paga”.
La mayoría de la gente en Tamaulipas le apostó al cambio, a un gobierno de transición para fortalecer sus expectativas de crecimiento y desarrollo, en condiciones de paz y seguridad ciudadana, ahora no habrá pretexto para escatimar recursos presupuestales ni obras de infraestructura que sean asignadas a empresas de esta región, principalmente.
Se supone que, para ello, los próximos años el gobierno estatal caminará de la mano del presidente de la república, pero teniendo cuidado de no imitarlo en los fiascos nacionales ya conocidos y criticados por los pensantes.
