Uika es una aplicación que facilita la integración de personas con discapacidad mental en el ámbito laboral
MÉXICO.- «¿Cómo te sentiste hoy: agotado, con prisa, contento o preocupado?». Al final de la jornada, Brian David Méndez presiona una de las cuatro respuestas; es el último paso que realiza cada día con «Uika«, una aplicación que facilita la integración de personas con discapacidad mental en el ámbito laboral.
Durante las horas anteriores, la aplicación, desarrollada en México por la empresa Indra y la Escuela Superior de Cómputo (Escom), ha ido recordando a Méndez cuáles son las tareas que tiene que seguir y cómo realizarlas, en el caso de que se le haya olvidado.
Este trabajador de 19 años perteneciente al área de sistemas de Indra y que sufre déficit de atención ha hecho de la tableta en la que está instalada «Uika» una herramienta inseparable, que le acompaña desde su llegada a la oficina cada mañana.
Su superior, José Luis Hernández, es el encargado de dejar programada la lista de actividades que tiene que emprender; si no recuerda cómo se hace alguna, la aplicación cuenta con un repositorio de documentos y vídeos explicativos.
«Lo que se pretende es que el usuario no tenga que estar dependiendo o preguntando constantemente a la persona que administra sus tareas», explica Emma Albaladejo, directora de comunicación, mercadeo y responsabilidad corporativa de Indra.
Uno de los obstáculos que enfrentan las personas con discapacidad mental a la hora de trabajar es que al estar preguntando «constantemente» u olvidar algunas cosas, «llega un momento en el que les da pena (vergüenza) preguntar», por lo que esta aplicación ayuda a concederles independencia, señala.
Este último es un concepto fundamental, abunda, ya que «el 95 % de las personas con discapacidad depende de su familia económicamente», una cifra motivada, en parte, por las dificultades que han de superar a la hora de trasladarse o trabajar de manera telemática.
De uso intuitivo, la herramienta fue creada haciendo hincapié en la cuestión visual, como demuestra su colorida interfaz.
Para que pueda ser funcional para alguien con déficit de atención, se dispusieron «iconos llamativos» y un modo de operación sencillo, comenta el director de Escom -perteneciente al Instituto Politécnico Nacional (IPN)-, Flavio Arturo Sánchez.
El propio Méndez participó en las pruebas de desarrollo que se hicieron con el sistema, para ver si iban por el buen camino o si había aspectos a mejorar.
Pese a que la invitación a que otras compañías instalen la aplicación está extendida, de ser así se tendría que preparar otro servidor para su desarrollo, ya que la información que contiene es «muy específica de la empresa», apuntó Sánchez.
Méndez, quien ya lleva casi dos años en la empresa, repasa sentado en su puesto la lista de tareas de hoy; entre ellas está el habitual recorrido por la oficina para constatar que todo esté a punto o el armado de unos cables de red.
Con la aplicación, comenta, las actividades son «más fáciles», y las indicaciones de la herramienta hacen que «no se te olviden las cosas».
Aunque haya tareas que se puedan programar con cierta antelación, como preparar un equipo para su uso, otras surgen de manera imprevista, como sucede cuando no funciona alguna conexión en la sala de videoconferencias o entra un virus.
«Al principio le costaba, porque estaba muy enfocado a las tareas asignadas», pero ahora Méndez está más adaptado a salir de esa «zona de confort» de la que se escapan las situaciones imprevistas, dice Albaladejo.
La directora recuerda que no es la primera vez que Indra promueve herramientas que facilitan la adaptación laboral; otra de sus creaciones es un software gratuito con el que se puede mover el ratón del ordenador con la cabeza y hacer clic abriendo o cerrando los ojos o la boca.
Finalmente, cuando acaba su día, en la tableta de Méndez aparecen cuatro caras de colores, cada una asociada a una emoción.
Es la manera de que su superior tenga una retroalimentación de cómo se ha sentido durante la jornada, y de saber cómo responde a la cantidad de tareas impuestas y al tiempo que se le ha concedido.
Normalmente, Méndez se decanta por la primera opción: «agotado», reconoce con una sonrisa. (Excélsior)