Por Mario Díaz
SIN el menor ánimo de descrédito para la Marina Armada de México, lo cierto es que se trata de “un mero cumplido” lo externado públicamente por el embajador de Estados Unidos en México, relacionado con la detención del narcotraficante RAFAEL CARO QUINTERO, acusado de secuestrar, torturar y asesinar al agente de la DEA, ENRIQUE CAMARENA.
En efecto, quiérase o no, resulta muy difícil no asociar la captura del citado delincuente con la DEA, agencia antidrogas de la Unión Americana, institución de muy alta capacidad tecnológica, económica y logística, que tiene la misión de regular el tráfico de estupefacientes a ese país.
Una versión más creíble sería que, efectivamente, no participó en el operativo de captura, pero sí en la necesaria e indispensable labor de inteligencia previa al cerco del objetivo en la zona serrana del estado de Sinaloa.
También, resulta complicado desechar el supuesto o real encargo del presidente de los Estados Unidos JOE BIDEN al mandatario mexicano ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, durante la entrevista que ambos estadistas sostuvieron la semana pasada en el salón Oval de la Casa Blanca. Aunque, eso sí, en ese supuesto, la acción en la serranía sinaloense fue totalmente distinta a la ocurrida en Culiacán, Sinaloa, tras la captura y liberación por orden presidencial de OVIDIO GUZMÁN.
No obstante, justo es reconocer el alto grado de confianza de la agencia antidrogas estadounidense con la Marina Armada de México en lo que respecta al intercambio de información. En esos temas escabrosos de investigación, el Ejército mexicano no goza de esa deferencia.
El arresto de CARO QUINTERO con fines de extradición colocó en posiciones diferentes al embajador KEN SALAZAR y a la directora de la DEA, ANNE MILGRAM, con respecto al operativo. El diplomático extranjero brindó todo el éxito a la autoridad mexicana, lo que se tomó como una “cumplido de cortesía”, mientras que la investigadora antidrogas confirmó que sus agentes en México trabajaron de manera conjunta y coordinada con sus homólogos mexicanos.
Tras su detención y reclusión en el Centro de Readaptación Social No. 1 de El Altiplano, de inmediato el Fiscal General de los Estados Unidos, MARRICK GARLAND, solicitó la extradición del narcotraficante mexicano para ser juzgado en aquel país por el asesinato del agente antidrogas, en 1985.
El arresto del narcotraficante por el cual el gobierno yanqui ofreció 20 millones de dólares por información que permitiera su localización y captura, de nueva cuenta, coloca en ese escenario jurídico al ahora director de la Comisión Federal de Electricidad, MANUEL BARTLET DÍAZ, quien se desempañaba como Secretario de Gobernación en 1985 y que es señalado como quien atestiguó la tortura a que fue sometido el agente CAMARENA.
Como es del dominio público, RAFAEL CARO QUINTERO ordenó secuestrar, torturar y asesinar al agente antidrogas estadounidense, como represalia por la investigación realizada y que provocó que la autoridad mexicana le decomisara, en el estado de Chihuahua, el rancho El Búfalo en donde concentraba la mayor actividad de distribución y siembra de mariguana.
Luego de ser detenido el 4 de abril de 1985 en Costa Rica, CARO QUINTERO fue juzgado y sentenciado a 40 años de prisión, pero, el 9 de agosto de 2013, tras 28 años en prisión, el narcotraficante obtuvo su libertad luego de conseguir el amparo de un tribunal colegiado.
La inconformidad de la Procuraduría General de la República ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, provocó que el Segundo Tribunal Unitario del Tercer Circuito, con sede en Guadalajara, Jalisco, acatara la orden de la SCJN y determinó que RAFAEL CARO QUINTERO debía cumplir en prisión la totalidad de su sentencia; es decir, los 12 años faltantes.
De 69 años de edad, se antoja prácticamente imposible que al narco mexicano vuelva a recobrar su libertad una vez que sea juzgado y sentenciado en los Estados Unidos. Salta a la vista la paciencia y tenacidad de la autoridad norteamericana cuando se trata de arrestar a quien atente en contra de un agente policial.
Justamente-sin ánimo de comparaciones odiosas-eso es lo que hace la gran diferencia entre el control y superioridad del gobierno yanqui sobre la delincuencia y la autoridad mexicana que, dicho sea de paso, ha sido rebasada por los distintos grupos delictivos, que les da lo mismo asesinar a un policía de crucero que a uno de alto rango e, incluso, militares.
Tal es la triste realidad; ni hablar.
DESDE EL BALCÓN:
I.-Las recapturas de JOAQUÍN GUZMÁN LOERA y RAFAEL CARO QUINTERO son un par de claros ejemplos que indican que cuando se quiere se puede. En ambos casos fue notorio la ausencia de la clásica “guardia pretoriana” que acostumbran los capos del narcotráfico, por lo que una lectura no del todo alejada de la realidad es que se trata de los clásicos arreglos entre los “buenos y los malos”.
Y hasta la próxima.
mariodiaz27@prodigy.net.mx