El novelista y poeta inglés ALDOUS HUXLEY afirmó: “El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma”.
Mientras que el amor es natural al ser humano, el niño llega a este mundo en la pureza y sanidad del amor, en el vientre materno, su experiencia vital gira en torno a la energía del amor, generándose un círculo virtuoso en el que habitan la felicidad, la alegría, la paz interior, el perdón, la gratitud, etc.
La experiencia del miedo es adquirido en la infancia: ‘No corras, te vas a caer; no te subas, te vas a quebrar un brazo; no tomes el vaso, lo vas a romper’ en torno al miedo giran energías desarmonizantes: El odio, la rabia, la violencia, el rencor, el resentimiento y la envidia, que en conjunto rompen tu armonía con el universo.
OSHO afirma: “En la vida, no se le puede tener miedo a nacer, porque es algo que ya ha ocurrido, ya no se puede hacer nada al respecto. Tampoco se le puede tener miedo a vivir, porque es algo que ya está ocurriendo. Y tampoco se le puede tener miedo a morir; porque es algo que ocurrirá, hagas lo que hagas. Así que… ¿Dónde está el miedo?”.
El miedo está en el alma, conforme no te autovaloras, tienes miedo al miedo, sin saber se le arraiga como paradigma al niño, impidiendo que ‘viaje mar adentro’, que vaya más allá de sus límites, cortando sus alas, frenando su vuelo, teniendo miedo a intentar por la creencia limitante de que va a fracasar.
¿Fracasar?, si el primer triunfo ante el milagro de nuevo día, es estar vivo, lo demás depende de ti, de tus emociones y actitudes positivas, que te llevan a confiar en la vida, a reconocer que HOY es una segunda oportunidad que tienes para tener un sueño y atarlo a una estrella.
El miedo te paraliza, te conduce a sobredimensionar un problema, a levantar bardas, en lugar de construir puentes, la voz popular dice; “Mata más el temor… Que el tumor”, la mayor manifestación del miedo es el pavor.
La mayoría de la gente tiene miedo a intentar y volver a intentar, vive en una zona de confort de la que no desea salir, porque tiene miedo al cambio, ignora que la fuerza del amor es tan grande que todo lo puede y todo lo transforma.
Este viejo Filósofo te recuerda que en la polaridad de la vida donde hay amor, no puede haber miedo; “todo lo que nace con miedo está destinado al fracaso, por el contrario, todo lo que emana del amor, trae paz y calma a tu alma” y está llamado a prosperar, ayudándote a ganar la batalla final: La de ser tú mismo.
Cuando el miedo te domina, le temes a la vida, entonces no vives: ¡Sobrevives! Éste es el momento preciso en el que te des tiempo para dar amor incondicional, cuando confrontas el miedo lleno de la energía vital del amor, lo debilitas y lo conquistas, porque te empoderas de la vida, te llenas de confianza, FE, pasión, crees en ti mismo, elevas tu autoestima sabiendo que “creer es crear”.
“Un jefe crea miedo, un líder amor y confianza. Un jefe culpa, un líder corrige los errores. Un jefe lo sabe todo, un líder hace preguntas. Un jefe hace del trabajo una carga, Un líder lo hace interesante. Un jefe está interesado en sí mismo, un líder es un motivador natural que basado en el amor, está interesado en el trabajo en equipo”.
En su juventud, el Filósofo de Güémez era bien miedoso y tenía que pasar en bicicleta por el cementerio, para ver a su novia:
― ¿Qué crees que me pasó?, –dice el Filósofo– cada que vengo a verte y paso por el cementerio, un muerto se sube en la parrilla de atrás en la bici y ¡tengo mucho miedo!: ¿qué fregao’s hago?.
― Muy sencillo, –dice la novia– pregúntale si tiene dinero, y si tiene… ¡Que te diga ‘onde está!.
Al día siguiente vuelve a pasar por el cementerio y el muerto de nuevo se sube en la parrilla de atrás, el Filósofo, temblando de miedo, todo asustado sin voltear a ver le pregunta:
― ¡Oye…! ¿Tienes dinero?.
― ¡SSSSSSiiiiii! –Con una voz de ultratumba contesta el muerto.
― Pues no la friegues… ¡COMPRATE TU ‘INCHE BICICLETA!.