Cd. Victoria, Tam. La reestructuración del PRI tamaulipeco tiene tantos asegunes (acaso más) que la renovación del Comité Ejecutivo Nacional, ambas en tránsito.
Con el añadido de que la trinca formada por CLAUDIA RUIZ MASSIEU con RENÉ JUÁREZ CISNEROS y MIGUEL ANGEL OSORIO conserva al menos la situación bajo control pues (como se recordará) el “fiel de la balanza” todavía duerme en Los Pinos.
Para Tamaulipas, en cambio, abundan tiradores, pero falta proyecto. No aflora siquiera el reclamo de una elección interna democrática, competitiva, transparente.
La esperanza común gira en torno al mágico dedazo, como ocurrió en la puja por la candidatura gubernamental de 2016. Decisión cupular donde, sin duda, PEÑA NIETO dirá la última palabra.
Cabe suponer que alguna intervención tendrá, en calidad de operador local, el líder saliente SERGIO GUAJARDO. Y también el delegado del CEN, el todavía diputado federal por Tabasco ERUBIEL ALONSO, cuya estéril faena por el territorio estatal data de marzo pasado.
Maltrecho como está el priísmo en todas partes, cabría esperar un ánimo de lucha, renovador, genuino, autocrítico, sobre todo entre los aspirantes al cargo.
Empezando por las damas. Si bien figuró en un principio como prospecta, la excandidata al senado YAHLEEL ABDALÁ optó por sacar su veinte, acaso consciente de sus escasas posibilidades luego de la derrota.
Tampoco asoma esta vez su excompañero de fórmula (perdedor, por igual) ALEJANDRO GUEVARA, cuya figura ya no es ni la sombra de aquel protagonismo estridente que antes le conocimos.
Cuando decía operar con el presunto apoyo del presidente PEÑA y la venia del sector militar. Cuentos chinos, en ambos casos.
CARTAS CON MARCA
Quedan en la pelea el hombre, hoy por hoy, más cercano al exgobernador EGIDIO TORRE, colaborador además de las últimas tres administraciones priístas, exalcalde cuerudo, expresidente del Poder Judicial y actual diputado local ALEJANDRO ETTIENE.
Por igual, tiene toda la intención de dar la pelea el ingeniero ENRIQUE CÁRDENAS DEL AVELLANO, también exalcalde cuerudo, exsecretario de Desarrollo Rural, dos veces diputado federal, exPresidente del Poder Legislativo y exdirigente estatal de su partido.
Con menor peso, pero muchos amigos en los medios, levanta la mano CÉSAR GARCÍA CORONADO, exdelegado de SCT en San Luis Potosí. Ello, aunque no parece que le ayuden mucho los comentarios que lo ligan a personajes como OSCAR ALMARAZ y GEÑO HERNÁNDEZ.
A todos les cuadra, sin duda alguna, la misma pregunta que le hacíamos a CHECO GUAJARDO cuando llegó el 26 de agosto de 2017.
Si en verdad existe el compromiso de otorgar prioridad al mejor interés de su partido o únicamente apetecen el puesto como trampolín para amarrar un cargo de elección.
En el caso que hoy nos ocupa, es claro que la conquista del liderazgo tricolor representa (en algunos) la antesala idónea para colarse por pluri a la próxima legislatura local.
Por supuesto, si la ambición acaba ahí, el tricolor seguirá cayendo a plomo en los próximos comicios, para felicidad de MORENA y el PAN.
Lo contrario será el aterrizar con un verdadero proyecto de trabajo que, dadas las circunstancias, exige reemprender de manera urgente las tareas de reclutamiento, renovar de arriba a abajo la estructura territorial y, sobre todo, asumir la postura crítica de un auténtico partido opositor.
Esa combatividad, ese coraje que mostraron los priístas de la anterior generación como ROBERTO MADRAZO y BEATRIZ PAREDES, tras la sucesión del año dos mil, cuando supieron confrontar a VICENTE FOX, desde Insurgentes Norte y, por supuesto, en ambas cámaras.
Nada que ver con la flacidez, la pichicatería y el abandono mostrados por el PRI regional desde el frentazo sufrido por BALTAZAR HINOJOSA en 2016. Ni siquiera la llegada de CHECO cambió el panorama.
Aunque lo hayan sacado de cuidados intensivos, el partido sigue en estado de coma.
CANIBALISMO, AL DÍA
Y es que, sin espíritu renovador, ni temple, ni ánimo de lucha, las aspiraciones se reducen a unas cuantas curules de representación proporcional, consuelo de perdedores.
La semana pasada, dentro la emisión televisiva que dirige y conduce el buen amigo CLEMENTE CASTRO, me permití señalar la orfandad que hoy sufre ese partido en cuanto a liderazgos de fuste, de garra.
Se vive hoy un melodrama tibio y sin actores de carácter. Lo cual, mire usted, contrasta con lo que fueron las cúpulas del PRI en la década final del siglo 20 y la primera del 21.
Por citar algunos ejemplos, cabría recordar al propio ENRIQUE CÁRDENAS ganando desde la presidencia del CDE las dos terceras partes de las diputaciones federales, cuando el resto del país se repartió en tercios.
Añade usted, en este recuento de los tiempos idos, aquellos tres carros completos de RICARDO GAMUNDI, o incluso, a operadores exitosos hoy desaparecidos como CHUY VEGA y ANA TERESA LUEBBERT.
El común denominador de todos estos personajes es que supieron poner siempre por delante el triunfo de su partido, antes aún de sus muy legítimos intereses personales. Y algo muy importante, jamás pusieron en venta la derrota.
Lo contrario es lo que prevalece ahorita. El imperio de la medianía, esa subcultura de la zancadilla que no deja crecer a nadie. Al ingeniero CÁRDENAS le llueven golpes en cuanto asoma la cabeza.
Y los ocho años que lleva GAMUNDI fuera del Estado, no le impiden recibir, de cuando en cuando, su cuota de inquina, cuando publicita en redes su actual tarea profesional, la asesoría jurídica electoral.
Lo culpan hasta de los parquímetros, diablura que tuvo por celestino al exalcalde local ARTURO DIEZ GUTIERREZ y como beneficiario al personero de la empresa Metro Meters, SALOMÓN ROSAS, por entonces delegado estatal del CEN y actual cónsul de México en San Bernardino, California.
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